15-6-1809. BATALLA DE MARÍA

No atreviéndose el general Blake a perseguir al enemigo, después de la victoria conseguida en Alcañiz (23 de mayo), con las escasas fuerzas que contaba, se dedicó durante algunos días a ejercitar sus tropas en maniobras militares, y en cuanto recibió refuerzos las organizó en tres divisiones de infantería a las órdenes de los generales D. Pedro Roca, marqués de Lazán y D. Juan Carlos de Areizaga, y una de caballería al mando del brigadier D. Juan D'Onojú, poniéndose en movimiento camino de Zaragoza con unos 20.000 infantes, 800 caballos y 25 piezas de artillería. Desde Belchite, adonde llegó el 12, prosiguió su marcha al día siguiente, avanzando con el grueso del ejército por Fuendetodos a Villanueva de la Huerva y Longares, mientras la división Areizaga se dirigía a Botorrita, cuya atrevida marcha dio por resultado el coger al enemigo un convoy de víveres y romper su línea de comunicaciones, obligando a la división Fabre, que estaba en Villa de Muel, a recogerse apresuradamente a Plasencia, sobre el Jalón.

Por su parte, el general Suchet no perdió el tiempo que tardó su adversario en reanudar las operaciones, pues concentró todas sus fuerzas de Aragón a su alrededor, reuniendo unos 15 a 16.000 hombres; restableció la disciplina, algo quebrantada por la retirada de Alcañiz; levantó atrincheramientos en Torrero, mejoró las fortificaciones de la Aljafería, barreó el arrabal y envió a Pamplona la artillería gruesa, los bagajes y la impedimenta toda, como también los enfermos y heridos, para tener expedita la retirada a Tudela, si las circunstancias le obligaban a abandonar a Zaragoza. Preparado de esta manera para hacer frente a su adversario, en cuanto supo la aproximación de los españoles, determinó salir a su encuentro tomando posiciones en la mañana del 15 por bajo el célebre convento de cartujos de Santa Fe. Su línea se extendía en dirección perpendicular al curso del Huerva: a la izquierda, la brigada Habert, con la caballería Wattier cubriendo la carretera de Zaragoza Madrid por Daroca; la derecha, que con el centro ocupaba la división Musnier, se apoyaba en lo más alto de una loma que se destaca de la gran meseta de la Muela; los lanceros polacos de Kliski en el extremo derecho de la línea, y algunas fuerzas en reserva. El total de combatientes pasaba de 12.000.

El ejército de Blake avanzó con lentitud suma al amanecer del 15, desde la villa de Muel hasta María, a dos leguas y media de Zaragoza, desplegando sus fuerzas (unos 14.000 infantes y poco más de 500 caballos), con la misma calma (Hasta después de mediodía no terminó la formación de la línea de batalla. Los franceses, al ver lo perezosamente que se movían sus contrarios, tomaron el rancho tranquilamente, y aún quitó bridas la caballería. No tenían tampoco prisa en empeñar el combate hasta que se les incorporasen dos regimientos que venían de Tudela), frente a las de los franceses, en dirección paralela a la que éstos ocupaban: la división Roca en primera línea, con la caballería a la derecha, a la altura del pueblo de Cadrete, y la división Lazán en segunda línea; la artillería (17 piezas) cubriendo los intervalos en las dos líneas; algunas fuerzas de infantería en la orilla derecha del Huerva, y una corta reserva junto a María, cubriendo el puentecillo que existe sobre el arroyo Salado. La división Areizaga (6.000 hombres) no se movió de Botorrita, una legua distante; indudablemente esperaba Blake conseguir la victoria sin necesidad de utilizar aquellas fuerzas, tan alejadas del campo de batalla.

Esquema de la batalla (26.129 bytes)

A las dos de la tarde iniciaron los nuestros la peleas, tratando de envolver la derecha francesa, que ocupaba la parte más elevada de la posición. Comprendió Suchet al instante el peligro que le amenazaba, y reforzando el ala atacada con parte de su reserva, pudo contener el movimiento de los españoles, que tuvieron que retroceder a su línea para tomar una actitud defensiva, pues el jefe enemigo ordenó inmediatamente el ataque del centro e izquierda, llevado a cabo por el general Musnier con toda su división, intentando cruzar la barrancada que separaba a los dos ejércitos; mas el fuego de nuestra artillería, dirigida por el general D. Martín García Loygorri, contuvo a los asaltantes hasta que se presentó el general Blake con refuerzos de la derecha, y entonces fueron repelidos varias veces los contrarios, a pesar de haber entrado en fuego todas sus reservas, siendo herido el bravo general Harispe, jefe de Estado Mayor, al tratar, como lo consiguió, de restablecer el orden en las filas de los suyos a la cabeza de 100 granaderos. En tal estado el combate, favorable hasta el momento a los españoles, estalló una horrorosa tormenta, que casi obligó a suspender la lucha, pues no se distinguían los adversarios, y al serenar el tiempo había el general francés modificado su plan decidiendo atacar la derecha española con su brillante caballería, superior en número y en calidad a la nuestra, en vista de que no podía romper el centro e izquierda. Cargó por aquel lado el general Habert con un regimiento de línea seguido de los húsares y coraceros de Wattier, que rebasaron pronto a su infantería, y en breves momentos fue nuestra caballería batida y dispersada, quedando prisionero su jefe el brigadier D'Onojú, con lo cual pudieron los jinetes imperiales llegar por la carretera, sin estorbo alguno, hasta el puente y apoderarse de la batería que con algunas fuerzas de infantería constituía la única reserva de los españoles, pues Areizaga seguía inmóvil en Botorrita. Permaneció, no obstante, D. Joaquín Blake, firme en sus posiciones, sosteniendo con brío el ataque general que dieron entonces los franceses, de frente Musnier y oblicuamente Habert, desde la carretera, secundando valerosamente a su caudillo los regimientos de Saboya, Valencia, América, Granada y otros Cuerpos, agrupados en lo alto de la loma que ocupaba Lazán, hasta que, flanqueando algunos, se descompusieron y dispersaron todos más o menos cuando empezaba a anochecer, salvándose en su mayor parte por los barrancos y cañadas que les separaban de Botorrita, donde se acogieron, menos la artillería, que cayó casi toda ella en poder del enemigo, atascada en los barrizales que se formaron con la lluvia, y tomado por los franceses el puente, única parte por donde era franqueable para los carruajes el cauce del arroyo Salado. Las pérdidas de los españoles pasaron de 2.000 muertos, herido y prisioneros, contándose entre éstos, además de O'Donojú, el coronel D. Martín Gómez de Menchaca; la de los franceses, unas 800.

Suchet retiróse por la noche a Zaragoza, que debiendo haber caído aquella misma tarde en poder de Blake, perdió toda esperanza de ser libertada. Blake permaneció todo el día 16 en Botorrita, retirándose hacia Belchite cuando supo se aproximaba el general Laval, que no anduvo muy diligente en perseguir a los nuestros.