El holocausto de San Sebastián en 1813

por Linsy Oflodor


Indudablemente aquel gran caballero que fue el general Wellington, habíase quedado absorto mirando el embravecido mar del Cantábrico ese mediodía del 31 de agosto, mientras el estruendo que las olas levantaban con su flujo y reflujo contra las rocas de la peninsula donostiarra, le impidieron oír los desgarradores gritos de dolor de un bravo pueblo español que lo había recibido como un amigo.

Engrandecido hasta la exageración con la entrega de títulos y posesiones que la Regencia le hacía, aquel noble británico, solamente podría ver de soslayo lo que sus valientes hacían con los que venían siendo considerados sus aliados. De ahí la famosa alocución desde el Cuartel General de Lesaca, solamente un día antes, en la que cuanto más analizamos, más nos refrendamos en la burla que su doble sentido daba a sus palabras.

La misión británica iba cumpliendo paulatinamente sus objetivos.

Por parte del gobierno español, como siempre ocurre, en ausencia del verdadero sentir del pueblo e ignorando cual fuese su opinión, a pesar de que el pueblo era el que estaba verdaderamente posibilitando la victoria final a través de los guerrilleros, y de aquellos otros Cuerpos que nacidos de la guerrilla ahora constituían lo más granado de las tropas que luchaban a lo largo y ancho de la península Ibérica, acosando a los que suponíamos únicos enemigos.

Referido a la toma de San Sebastián , son muchos los silencios que por todas partes había.

La prensa de la época, entre ellos "La Gazeta" de Madrid, intentó de mil y un modos ocultar la realidad de la destrucción de San Sebastián. Veamos sino la noticia en la: "Gazeta de Madrid", del 9 de septiembre de 1813, dice escuetamente: "La desgraciada ciudad de San Sebastián padeció extraordinariamente: la mayor parte de ella fue saqueada y entregada a las llamas". Sin embargo, un pequeño periódico gaditano, "El Duende de los Cafees", romperá el silencio y osadamente comenzó a relatar a sus lectores todo lo que la Regencia ocultaba. Bajo el título de "San Sebastián destruida. Carta del brujo Mirringui Velaverde", aquel periódico en su ejemplar del día 27 de septiembre, en artículo confeccionado a modo de carta entre dos parientes, comenzaba diciendo:

Mi querido tío: en mis últimas cartas he indicado a Vm. alguna cosa acerca de la cruel conducta que han tenido nuestros caros aliados en esta para siempre desgraciada ciudad...

A las cuatro de la tarde del 31 ultimo tomaron posesión de la plaza las tropas inglesas y portuguesas. Podían a continuación hacerse también dueños del castillo, entrando en el en pos del enemigo, que con el mayor desorden se refugiaba a este asilo; pero los conquistadores se contentaron por el momento con lo conseguido hasta allí, deslumbrados por el oropel que les presentaba la idea de un pronto saqueo.

...El día 1º del que rige se apoderaron de un espíritu de furia: ultrajes, asesinatos y violación de mugeres eran cometidos por todos los puntos de la ciudad. Las casas se llenaron de cadáveres. La muger que oponía esfuerzos superiores al sexo, perdía la vida en el acto; y no se libertaba de esta violencia la niña de 10 años ni la anciana de 60.

No podré señalar a Ud. los que fueron víctimas de la furia de este segundo día, por ser demasiado grande el número de ellos; pero le nombraré alguno de sus conocidos. Los sacerdotes septagenarios Goicoechea y Egaña: Xaviera la ama del cura Eriz. la suegra de Echaniz: Brevilla, el platero: el posadero de la Cárcel vieja: el chocolatero que tenia tienda en la casa de Izaramendi: el otro chocolatero casado con la criada de la conocida por LA BUENA MOZA, y en fin otros muchos que no nombro por no ser difuso.

...La mañana del primero se dio principio al incendio, empezando por una de las esquinas de la calle Mayor. Por la tarde pegaron fuego a la calle de la Escotilla; la mañana del dos a la del Puyuelo: en su tarde a la de Juan de Bilbao y a la plaza Nueva; en una palabra, la ciudad ha sido incendiada metódicamente, y a medida que se hacía la limpieza interior de las casas. El enemigo no ha hecho fuego ninguno en todo este tiempo; es decir en todo el que medió desde que se refugió al castillo, hasta la ruina total de la ciudad. Sin embargo se ha libertado de las llamas una acera de casas de la calle de la Trinidad, y estas son las que sirven en la actualidad de quarteles..." (La acera que se salvó del incendio fue la del lado del castillo)

Con aquel lenguaje decimonónico, los publicistas de la época supieron señalarnos que: "... las únicas casas que se salvaron eran las de la calle de la Trinidad, donde se albergaban los oficiales británicos y donde en un gran caserón mantenían abierto un hospital de sangre...".

Otro periódico, "La Gazeta extraordinaria", del 7 de septiembre (dos días antes), dice: "Mientras las armas española se inmortalizaban en la parte de Irún, los aliados derramaron su preciosa sangre en el asalto de la plaza de San Sebastián..."

Como quiera que puede ser considerado prolijo hacer una más detallada descripción, nos limitaremos solamente a exponer la "CUENTA DE AGRAVIOS", que presentó el Ayuntamiento en su día.

25

casas de

clase a

300.000

reales vellón una con otra

...........7.500.000

50

"

"

200.000

"

.........10.000.000

125

"

"

150.000

"

.........18.750.000

125

"

"

100.000

"

.........12.500.000

125

"

"

80.000

"

.........10.000.000

75

"

"

50.000

"

...........3.750.000

75

"

"

25.000

"

...........1.875.000

 

 

Sobre 600 casas particulares destruidas su valor total.............

.........64.375.000

La Casa de la ciudad y Consulado de Mar con todos sus adornos y pertenecidos, valuada en........

1.600.000

Los demás edificios públicos pertenecientes a la ciudad, como la carnicería, pescadería, escuelas, ..........

800.000

 

2.400.000

Valor total de los edificios destruidos......

66.775.000

Pérdida de ajuar, muebles y demás efectos de las 600 casas particulares destruidas, valuadas como sigue:

Ajuar de

25

casas de

clase a

50.000

r. vellón el de cada una

......1.250.000

"

50

"

"

40.000

"

......2.000.000

"

125

"

"

30.000

"

......3.750.000

"

125

"

"

20.000

"

......2.500.000

"

125

"

"

10.000

"

......1.250.000

"

75

"

"

5.000

"

.........375.000

"

75

"

"

2.000

"

.........150.000

Valor total del ajuar y muebles destruidos.......................

....11.275.000

Pérdida de existencias y frutos coloniales y otros efectos en almacenes y lonjas, valuada como sigue:

Existencia en

5

almacenes de

clase a

600.000

r. vellón cada una

......3.000.000

"

10

"

"

400.000

"

......4.000.000

"

10

"

"

200.000

"

......2.000.000

"

10

"

"

100.000

"

......1.000.000

"

10

"

"

50.000

"

........500.000

Valor total de las existencias destruidas en 45 almacenes............

....10.500.000

 

88.550.000

Pérdida de géneros y efectos existentes en 164 tienda, valuada como sigue:

Géneros y efectos en

25

tiendas de

clase a

80.000

r. vellón cada una

......2.000.000

"

25

"

"

60.000

"

......1.500.000

"

30

"

"

40.000

"

......1.200.000

"

34

"

"

20.000

"

.........680.000

"

25

"

"

10.000

"

.........250.000

"

25

"

"

5.000

"

........125.000

Valor total de géneros y efectos destruidos en 164 tiendas............

......5.755.000

Pérdida de muchas alhajas de oro y plata, diamantes y otras piedras preciosas y cantidades crecidas de dinero efectivo,destruidas por el incendio, valuada en ..............

8.000.000

Valor total de las pérdidas de San Sebastián, en el incendio de la plaza en 1813...........

102.305.000

Que el holocausto donostiarra fue debido a los aliados, se evidencia tras la lectura de las actas de las tres Juntas Municipales desde Zubieta, celebradas los días 8 y 9 de septiembre, por consiguiente aún recientes los hechos y no perdida la memoria de ellos, y que dan lugar al envío de un memorial a Wellington.

Otros documentos que lo avalan son: El Manifiesto de la ciudad, de fecha 16 de enero de 1814 y su Suplemento del 16 de febrero. Los testimonios de 79 testigos y que se refieren a la conducta mantenida por los británicos. Más tarde seguirán las tres Representaciones del Ayuntamiento Constitucional, dirigidas a la Regencia.

¿Qué motivos pudieron tener para también allí, en San Sebastián, cometer acciones similares a las que ya les vimos en los días primeros de la guerra, cuando la marcha permanente del general Moore? ¿Qué ocurrió con la Real Fábrica de lozas madrileña? ¿Qué ocurrió con tantas y tantas acciones emprendidas en lugares en los que hallábamos industrias competitivas? ¿A que podían obedecer estas casualidades?

El general francés Lamiraux, cuando trata el tema del sitio de San Sebastián, dice:

"Verdaderamente la única disculpa que debieron ofrecer los ingleses y sus partidarios a tan horrenda conducta para con una ciudad cuyos hijos les esperaban, como suele decirse, con los brazos abiertos y los aclamaban al penetrar en las calles como libertadores suyos y de la patria; la única disculpa, repetimos, era la de la mortandad que en los dos sitios les había causado el valor de los defensores. El segundo, al que estamos ahora refiriéndonos, había costado, en efecto, a los sitiadores sobre 500 muertos, entre ellos muchos oficiales de nota como el coronel Sir Richard Fletcher, Crawford y otros muy recomendables también, y 1.500 heridos, entre ellos lo fueron los generales Leith, Oswald y Robinson, los coroneles Hunt, Cameron Campbell y algunos más que hemos tenido ocasión de citar por tan entendidos como valerosos. Eso podría explicar en parte el furor de las que habían dejado su camino cubierto de sangre tan generosa y perdida la dirección de jefes tan acreditados y que tantas veces, además, los habían guiado a la victoria. Se comprende, empero, que ese furor se hubiese ensañado en los que les causaran tantas y tales bajas; pero, ¿qué les habían hecho los que salían de su morada a recibirlos con el gozo pintado en su rostro, y las mujeres, los ancianos y los niños que desde los balcones y ventanas de las casas los saludaban con sus pañuelos y aclamaciones."

Para elaborar este trabajo fue imprescindible hacer uso del documentado trabajo de Don Juan Bautista Olaechea, "Quién destruyo San Sebastián". C.A.M.S.S. Grupo Dr. camino de Historia Donostiarra. San Sebastián, 1973. 90 pp.

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