II.3.2) 2ª COMPAÑIA DE CAZADORES A CABALLO.

El 1 de Julio de 1812, y dentro de la reforma de los cuerpos aragoneses, dispuso Suchet la creación de una "2ª compañía de Cazadores a caballo", cuyo mando , por orden del General en Jefe Comandante Reille, se encomendó ese mismo día al Subteniente Francisco Ballejo, antes oficial de la disuelta "compañía suplementaria de Fusileros de Tarazona".

Finalmente y debido a los malos momentos que en esas fechas atravesaba la administración francesa (derrota de los Arapiles, retirada de la Corte de José a Valencia y deserciones de fusileros y cazadores en Septiembre) la compañía no llegó a formarse, y así vemos como, el 15 de Octubre, Ballejo recibía su sueldo, ya no como jefe de la 2ª compañía, sino como agregado a la Plana Mayor del cuerpo de Gendarmes y Fusileros.

III. GUARDIAS CIVICAS.

El 22 de Noviembre de 1808, en plena Guerra de la Independencia, la Junta Central -fiel a Fernando VII- expidió un reglamento por el que disponía la creación en todo el territorio de "Milicias Honradas", que deberían constituir una especie de ejército auxiliar que realizase servicios de guarnición y retaguardia, liberando así de los mismos a los cuerpos del ejército activo.

Dadas la triste situación en que se hallaba en esos momentos el bando borbónico, derrotados sus ejércitos en Gamonal (10-XI), Espinosa (11-XI) y Tudela (23-XI), y ocupados sucesivamente Madrid (3-XII), Zaragoza (21-II-1809) y casi toda Andalucía, en Enero de 1810, vemos como la creación de dichas milicias solo fue posible en aquellos pocos territorios que lograron permanecer, al menos temporalmente, fuera del dominio francés.

Destacaron por su número de individuos las levantadas en el reino de Valencia (41.769 hombres, a mediados de 1809). En Aragón, casi totalmente ocupado por los franceses tras la caída de Zaragoza, solo tenemos noticia de que se llegasen a formar 4 compañías en Teruel, pero de vida efímera entre Junio y Noviembre de 1809.

Sí se formaron en cambio varias compañías de "Guardias Cívicas", versión afrancesada de las Milicias, a imitación y ejemplo de las muchas creadas en Andalucía durante la triunfal expedición del Rey José en Enero de 1810.

La primera referencia "aragonesa" de las mismas es del 15 de Mayo de 1810, cuando el Ayuntamiento de Zaragoza propuso a Suchet la creación de su Guardia Cívica, a imitación de las formadas en "Madrid, Corte de S.M. y en la mayor parte de las ciudades de Andalucía", pero dicha solicitud fue desatendida.

En Julio de ese mismo año acababan de organizarse las Guardias de Albalate, Moyuela, Belchite, Samper, Caspe, Barbastro y seguramente alguna otra que desconocemos, todas ellas gracias a la buena situación por la que atravesaba el gobierno francés en esas fechas, así como por los éxitos logrados por la comisión de indultos, que había logrado una "relativa" pacificación del territorio.

Algunas de ellas fueron pronto desarmadas, por no mostrar el debido celo frente a "los patriotas", tal fue el caso de las de Albalate y Belchite, ambas en ese mismo verano de 1810, mientras que otras eran creadas como recompensa a la resistencia de sus habitantes frente a las guerrillas, tal fué el caso de las de Plenas y Loscos, por decreto del 18 de Marzo de 1811.

El 31 de Marzo de 1811, decretó Suchet la creación de Guardias Cívicas en 34 localidades aragonesas, pero tampoco en esta ocasión parece ser que tuviese excesivo éxito, ya que no hemos hallado ni una sola referencia que pruebe su cumplimiento, e incluso la más emblemática de ellas, la de Zaragoza, no se formó -pese a los sucesivos intentos- hasta el 14 de Enero de 1813, cuando ya el fin del gobierno intruso comenzaba a verse próximo.

Tras la victoria final de los partidarios de Fernando, su actitud hacia los componentes de estas guardias cívicas fue mucho más benévola que la mantenida con los fusileros y gendarmes, que eran fusilados en el acto por tratarse de voluntarios "juramentados", mientras que el servicio en las Guardias era casi obligatorio.

III.1.1) GUARDIAS CIVICAS DE SAMPER, ALBALATE Y MOYUELA.

En la primavera de 1810 Suchet entregó armas a estos pueblos, con el fin de que formasen sus guardias cívicas, a modo de autodefensa; pero estas fracasarían a causa de las andanzas de "el Cantarero", en Julio de ese mismo año.

En efecto, en dicho mes y con el fin de distraer en lo posible a las tropas francesas que asediaban Tortosa, multiplicó este famoso guerrillero su actividad en la zona del Bajo Aragón, sin encontrar prácticamente resistencia , sino mas bien al contrario, por parte de los recién organizados cívicos.

El 26 de Julio atacó el Cantarero la villa de Samper, capturando a unos pocos franceses y a un grupo de cívicos, armados con 36 fusiles, y según el parte de esta acción dado a la Junta, retuvo a los franceses como presos, pero liberó a los cívicos "por creerlos forzados"..

Poco después se presentó en Albalate,"a cuyos vecinos habíamos concedido armas para su defensa, no han querido emplearlas contra el citado bandido, quien desde la puerta del mismo pueblo ha dictado la ley a todo su vecindario... en fin han aumentado con sus hijos la cuadrilla de ladrones del Cantarero".

Por tal negligencia les castigo Suchet con el siguiente Decreto, dado el 29 de Julio de 1810: "La villa de Albalate, indigna de conservar las armas que le habíamos concedido, las remita inmediatamente al Comandante de Caspe, y satisfará sin más dilación la contribución ordinaria y extraordinaria que la villa de Quinto debería pagar en seis meses".

El 31 de Marzo de 1811 volvió Suchet a autorizarles el uso de armas, junto a otras 33 localidades.

Mientras, y como contrapunto, la villa de Pedrola, pese a carecer de Cívicos, se defendió valientemente de "siete brigantes, que tuvieron el atrevimiento de presentarse en dicho pueblo. Palos, piedras, una escopeta y el valor de unos valientes aragoneses, bastaron para acabar con los asesinos; y los siete quedaron muertos. El Alcalde apoderándose de sus caballos y de sus armas, las entregó al Comandante militar".

Por este hecho, y en el mismo Decreto del 29 Julio, fueron premiados del siguiente modo: "La villa de Pedrola, acreedora por otro título a toda nuestra consideración, respecto a que la piedra ha arruinado toda su cosecha, queda eximida durante un año de toda clase de contribución ordinaria y extraordinaria. El Alcalde y el Procurador Síndico del pueblo llevarán por distintivo de honor una faja de seda encarnada, con una franja de plata, y los Regidores del mismo pueblo la misma faja con franja de seda blanca".

Con respecto a la Cívica de Moyuela, solo tenemos una referencia, al ser citada como ya existente al crearse la de Belchite, en Julio de 1810.

III.1.2) GUARDIA CIVICA DE TERUEL.

Según Serrano Montalbo, existió una Guardia Cívica en Teruel, siendo su Comandante el Regidor de la ciudad, pero de ella no hemos logrado hallar ni una sola referencia, lo que nos hace pensar que -tal vez- se trate de una confusión con la Milicia Honrada, fiel a Fernando VII, creada en Julio de 1809.

III.1.3) GUARDIA CIVICA DE CASPE.

El martes 3 de Julio de 1810, visitó la villa de Caspe el Gobernador General de Aragón y Conde del Imperio, General D. Luis Gabriel Suchet, acompañado de su augusta esposa Honorine Anthoine de Saint Joseph, que entonces se hallaba embarazada.

Tan ilustre pareja se dirigía hacia las proximidades de Tortosa, donde el General debía reunirse con sus tropas para iniciar el asedio de tan estratégica plaza, y el hecho de que visitase Caspe se debió, sin duda, a que en dicha localidad residía D. Agustín de Quinto, ilustre afrancesado, Corregidor principal del Partido de Alcañiz, y que pese a ello continuó viviendo en Caspe.

Ya algunos días antes, al tenerse noticias ciertas de su próxima visita, se procedió al arreglo de la Guardia Cívica, al estilo de las Guardias de Honor que solían formarse en Francia con motivo de la visita de algún visitante especialmente destacado.

Esta contó con tan solo 13 jóvenes "de las principales casas del pueblo", uniformados con "chaqueta de mahón color natural (blanco anteado), con vuelta y collarín negro, pantalón blanco de fustán fino, sombrero de felpa con escarapela encarnada, y cananas de terciopelo carmesí bordadas de oro".

Gracias a la Gaceta Nacional de Zaragozaconocemos en detalle la crónica de esta visita, que se inició el 2 de julio, cuando Suchet y su esposa se hallaban en Alcañiz, pasando allí una diputación de autoridades de Caspe para cumplimentarles, escuchando de boca del General que, al día siguiente deseaba visitar dicha localidad junto con su esposa.

El día señalado salieron las autoridades a recibirles a media legua de la población, escoltando su coche hasta entrar en el pueblo, que estaba adornado con sus mejores colgaduras "las calles cubiertas de yerbas olorosas, y llenas de un inmenso gentío, que gritaba entusiasmado VIVA EL EMPERADOR; VIVA EL REY JOSEF".

Una vez llegaron a la casa donde debían hospedarse, recibieron "la dulce sorpresa de encontrar a la entrada misma de su habitación trece jóvenes de la Guardia Cívica, formados en dos alas, que con gallardía presentaron sus armas. Enterado S.E. de que eran de las principales casas del pueblo, y agradado de su presencia les pasó revista de uno en uno", y encontró gracia en sus uniformes, que constaban de las prendas ya descritas.

"Les manifestó su contento y les concedió licencia absoluta para el uso de armas, como también el permiso de estar de guardia cerca de su persona durante su mansión en esta villa".

La visita se prolongó por espacio de 3 días, habiendo iluminación general todas las noches, y una de ellas escucho a una rondalla de jóvenes labradores que, a las 10 de la noche se presentó "frente a casa de S.E. con tres violines, dos guitarras, hierros y sonajas. Cantaron sus jacaras al estilo del país (jotas), siendo lo más gracioso, que las canciones fueron compuestas por uno de ellos, poeta tan natural, como que apenas sabe leer, por cuya circunstancia parece justo insertar algunas":

Viva Napoleón augusto,

viva con gloria inmortal;

viva el mayor de los héroes,

y luego nos dé la paz.

Viva Napoleón el grande

de la Europa vencedor;

la Emperatriz viva; y viva

el que gobierna Aragón.

Una gracia, Señor Conde,

pedimos a vuecelencia,

y es, que si va a Cataluña,

nos dexe aquí la Condesa.

Nosotros la cuidaremos

con la más fina terneza,

y jamás permitiremos

que cosa mala le venga.

Esta villa, Sr. Conde,

puesta a los pies de vuecencia,

le desea un niño hermoso,

que herede sus nobles prendas.

"El final de cada una de estas sencillas expresiones era seguido de millares de vivas, tan repetidos y prolongados, que causaban el más tierno espectáculo, porque todo el pueblo estaba en la plaza. No pudiendo S.E. dejar de manifestar su natural bondad a tan sencillas demostraciones, bajo a la plaza con su digna esposa, habló a los cantores, y al inmenso pueblo, en medio del cual nos hizo el honor de quedarse, despachando toda su escolta (normalmente compuesta por una compañía de elite de los Lanceros del Vístula), paseó toda la plaza rodeado de toda la población apiñada con los mayores transportes de alegría, y esto sin más guardia que su confianza en estos vecinos: gratificó a los músicos, y se retiró a su habitación, dejando al pueblo prendado sumamente de sus bondades".

Nada volvemos a saber de esta Guardia, hasta que, tras ser incluida en el Decreto de Suchet, de 31-III-1811, por el que se creaban Guardias Cívicas en diversas localidades aragonesas, vemos como en la Gazeta de Zaragozay dentro de la relación de las fiestas celebradas en Caspe el 20 de Agosto de 1811, con motibo del cumpleaños del Emperador Napoleón, se nos explica como, a las 9 y media de la mañana salieron las autoridades de la casa del Sr. Comandante, dirigiéndose a la iglesia colegial "por medio de las dos Guardias Cívicas de jóvenes y niños, que executaban sus evoluciones con toda destreza que pudiese pedirse a una tropa reglada", y tras la preceptiva ceremonia acudieron las autoridades a comer a casa del Comandante " a la que tambien fueron combidados los individuos de la Guardia de Honor".

Lamentablemente la desaparición de los libros de actas municipales de Caspe, nos impide conocer otros datos posteriores de esta Guardia, que suponemos seguiría existiendo hasta el abandono de la localidad por los franceses en 1813.

III.1.4) GUARDIA CIVICA DE BELCHITE.

Del 4 al 19 de Julio de 1810, desempeñó Don Benigno López del Redal la comisión de indultos en la villa de Belchite, prosiguiendo con ella en Zaragoza por espacio de otros 5 días, al término de los cuales había llegado a conceder un total de entre 105 y 116 indultos a guerrilleros y dispersos del ejército que, tras entregar sus armas, jurar fidelidad al Rey José y abonar una indeterminada cantidad de dinero "para las urgencias del estado", recibían "cédula de seguridad para que pudiesen volver a sus casas pacíficamente".

Estos indultados eran en su mayoría antiguos miembros de la partida de "Colacho de Belchite", así como de las de "Breto" y "Nicolás Riberes", y el no haberse presentado a indultos anteriores se debió a su temor a las represalias que -contra los deseos de Suchet- habían verificado los Comandantes franceses en las personas de algunos pocos dispersos que sí llegaron a presentarse.

Con esto quedó la comarca casi totalmente pacificada, cesando los asaltos y robos realizados por estos individuos que "por necesidad tenían que mantenerse a costa del sudor ajeno, y con este motivo los pobres caminantes, las Justicias, y los vecinos más tranquilos de los pueblos experimentaban a cada paso insultos y perjuicios de mucha trascendencia".

Todos los indultados regresaron a sus hogares, excepto 10 de a caballo, con los que a petición de la Justicia de Belchite se formó la Guardia Cívica de esa localidad "al igual que las que existían en Albalate, Moyuela y otros pueblos".

El interés del municipio en crear esta guardia se debía a que, con ella quedarían libres de tener que mantener a una guarnición francesa, con las consiguientes molestias y gastos que esta ocasionaría.

Su única misión sería la de conservar la tranquilidad, recibiendo a cambio 10 reales diarios para cada uno de sus 10 individuos, los que serían puntualmente abonados por el Ayuntamiento, debiendo realizar este servicio "con el traje que llevaban y con las armas y caballos que tenían".

Todo transcurrió bien inicialmente, pero a finales de Agosto, o primeros de Septiembre, se produjo el robo de todas las armas que, recogidas por Don Benigno durante su comisión de indultos, se conservaban en el Ayuntamiento de la localidad.

Con tal motivo bajó hasta allí el Comandante francés de Fuentes, Tomás Lucisqui, acompañado de algunas tropas y con Don Benigno, a quien Musnier responsabilizaba de lo ocurrido; y tras registrar varias casas de individuos tenidos por guerrilleros, se recibió una denuncia realizada por Josef Millán, vecino y miembro de la Guardia Cívica, por la cual se pudo detener a Lamberto Naval y a Agustín Pardinos, autores materiales de este robo.

Ambos individuos eran naturales de Belchite, "dos famosos ladrones homicidas y blasfemos que, a pretexto de guerrilleros, tenían consternados y escandalizado al pueblo".

Don Benigno escribió urgentemente a Musnier, pidiendo clemencia para los dos detenidos, pero la respuesta recibida al día siguiente, fue la de ordenar su inmediato fusilamiento; lo que se verificó esa misma mañana en la plaza de la villa y por mano de Santiago Villanueva, alias "el Codino".

Como castigo por no haber sabido evitar este robo, se prohibió a esta Guardia "en adelante el uso de armas".

En Abril de 1811, un Decreto de Suchet disponiendo la creación de Guardias en 34 localidades, levantó a los de Belchite la prohibición de usar armas; pero ese mismo año volvió a instalarse una guarnición francesa en la localidad, mandada por el Coronel Colleson, con lo que la Guardia ya no debió llegar a reorganizarse, por resultar innecesaria.

III.1.5) GUARDIA CIVICA DE BARBASTRO.

Desconocemos la fecha exacta de su creación, que tuvo lugar a lo largo de 1810, acordando su Ayuntamiento en Enero de 1811 que, a partir de Febrero, serían reducidas a la mitad de su fuerza anterior.

En Marzo de 1811, Ventura y Leoncio Esterun y Joan y Pascual Peralta -maestros y mancebos del gremio de zapateros- solicitaron el que Ventura y Joan fuesen "exonerados por sus ages y exentos de las guardias".

El 28 de Junio de 1812, el Coronel Esteve, del 14º de línea y Comandante de los Partidos de Barbastro y Benabarre, redactó un reglamento de 14 puntos para los 10 Alcaldes de Barrio de Barbastro, encargándoseles de la dirección de las guardias realizadas por los cívicos casi como única misión, y fijándoseles una faja encarnada como distintivo de su cargo de Alcalde de Barrio "para ser conocidos, siendo específica de ellos".

Resulta curioso el hecho de que se especifique el como, los individuos que estén de guardia en las puertas, deberán ser sastres, zapateros, boteros o alpargateros, con el fin de que puedan seguir trabajando al tiempo que vigilan.

Al parecer estas guardias se mantuvieron hasta Noviembre de 1812, cuando la ciudad de Barbastro fue definitivamente abandonada por los franceses.

III.1.6) GUARDIAS CIVICAS DE LOSCOS Y PLENAS.

El 18 de Marzo de 1811 autorizó Suchet la creación, en cada una de estas dos localidades, próximas entre sí, la creación de una Guardia Cívica de 25 hombres armados, así como la condonación de dos meses de contribución extraordinaria, en recompensa por su activa resistencia frente a la partida de Sabiron.

Dicha resistencia fue así narrada por la Gazeta Nacional de Zaragoza: " Los vecinos de los lugares de Plenas y Loscos, fatigados por la cuadrilla de facinerosos que infestan sus respectivos territorios, se reunieron en la noche del 5 del corriente, y llegaron a rodear la quadrilla del xefe de ladrones, Sabiron, que acababa de llevarse tres mozos del lugar de Plenas. aunque los vecinos no llevaban sino dos carabinas y garrotes, fueron tan acerttados sus golpes que mataron un facineroso, y a otro le rompieron la pierna; y ultimamente, cerrándolos por todas partes los obligaron a rendir las armas, y los conduxeron a Daroca, en donde el traidor Sabiron ha recibido el castigo debido a sus maldades".

Finalmente solo debió constituirse la Guardia Cívica de Loscos, pues esta si aparece citada en el Decreto de Suchet del 31 de Marzo de 1811, por el que se disponía la creación de Guardias en varias localidades aragonesas, pero es más que probable el que esta incluyese a personas de las dos localidades, dada su proximidad geográfica, así como el afrancesamiento que volverían a demostrar los de Plenas en Noviembre de ese mismo año, al colaborar con sus informaciones a la captura de "el Tio Benito".

III.1.7) GUARDIA CIVICA DE PEÑARROYA.

A primeros de Diciembre de 1811, y como recompensa al heroismo demostrado frente a la partida de Meseguer, autorizó Suchet la entrega de armas - o lo que venía a ser lo mismo la creación de una Guardia Cívica - a la localidad de Peñarroya ( hoy Peñarroya de Tastavins), en el Maestrazgo turolense.

La Gazeta Nacional de Zaragoza nos informa de los hechos: " El 24 (de Noviembre de 1811) con motivo de haber enviado el facineroso Meseguer a recoger mozos a Peñarroya, ocurrió un lance que merece citarse. Los jóvenes de aquella población resistieron vigorosamente salir de su casa; dos de ellos quedaron heridos en la refriega, pero tal fue el denuedo con que se arrojaron sobre los facinerosos que mataron a dos y pusieron en fuga a los demás..... El señor Mariscal Conde Suchet ha visto con mucha satisfacción la firme conducta de los vecinos de Peñarroya, y les ha concedido el testimonio que han pedido, es decir, la licencia para armarse y repeler los facinerosos, y ha asegurado su protección a los jóvenes".

III.1.8) GUARDIA CIVICA DE ZARAGOZA.

Su creación había sido ya propuesta al General Suchet por el Concejo de la ciudad el 15 de Junio de 1810, debiendo estar compuesta "toda de ciudadanos honrados y precisamente propietarios, que manteniéndose a sus expensas se empleen en todo cuanto pueda contribuir a mantener la quietud pública".

Esta propuesta incluía incluso un proyecto de uniforme "que podrá reducirse a casaca parda con cuello vuelta y solapa blanca, chupa y pantalón blanco, botón dorado con las armas grabadas de la ciudad y la escarapela que V.E. tenga a bien señalar", pero por el momento no recibió el visto bueno del General.

El 31 de Marzo de 1811 dispuso Suchet la creación de Guardias Cívicas en 34 localidades aragonesas, entre las que -como es lógico- se hallaba la ciudad de Zaragoza, pero tampoco esta vez llegaría a formarse, no recibiendo un impulso verdaderamente serio hasta el 26 de Agosto de 1812, cuando tras conocerse la derrota francesa en los Arapiles dispuso el Conde de Reille "que acudiesen todos los propietarios y paisanos honrados a la casa de la ciudad el día inmediato a las 11 sin excusa".

Conforme a dicha orden acudieron al Ayuntamiento, el 27 de Agosto, más de 70 individuos que se ofrecieron a servir en las Guardias Cívicas, conforme a las condiciones que figuraban en el cartel que ese mismo día apareció fijado en los muros de la ciudad, y que firmado por "El Corregidor, Regidores, y Ayuntamiento de esta ciudad de Zaragoza" explicaba como por decreto del día 22 se había acordado la creación de 4 compañías cívicas de a 50 individuos cada una, debiendo ser sus componentes de entre 18 y 60 años de edad y propietarios, o que estuviesen ejerciendo oficio conocido.

En los días siguientes, hasta el 2 de Septiembre, fueron acudiendo los alistados al ayuntamiento, "intimándoseles a que se habilitasen con el uniforme de casaca azul con vivos blancos y botón dorado con el león, chaqueta y pantalón de color corteza, botín negro y sombrero de copa alta". Pero como nos cuenta Casamayor, también en esta ocasión "pese a lo adelantado que llegó a estar dicho establecimiento no tuvo efecto ni se verificó".

Finalmente fue el día 13 de Enero de 1813, cuando se convocó ya decididamente a todos los alistados en el cuartel de Convalecientes "donde concurrió el General Barón París y el Intendente General Barón Lacuee, con los Tenientes de Policía,intimándoseles de orden del Gobierno se habían de formar 4 compañías de a 40 hombres para las Guardias Cívicas", siendo su Comandante el Barón Lacuee, y sus Capitanes: Pedro Lapuyade, Bencasi, el Corregidor Vicente Enriquez Perea y el Regidor decano Mariano Sardaña.

El día 15 "se fueron organizando las guardias cívicas y todo se puso en el mayor orden", y el 16 ya se hizo guardia en casa del Corregidor, haciéndola la compañía por el mandada, "con el vestido que cada uno usaba". Las tres compañías restantes iniciaron sus guardias a partir del día 17.

Carecemos de noticias posteriores, pero es de suponer que continuasen prestando su servicio, más simbólico que efectivo, hasta la evacuación de la ciudad por los franceses, el 9 de Julio de 1813.

En cuanto al uniforme propuesto en 1812, parece bastante improbable el que llegasen a usarlo, si tenemos en cuenta la brevedad de su existencia, así como las graves dificultades que, en esas fechas, se hallaba ya el mando francés, tras la desastrosa campaña de Rusia e iniciando ya su definitivo repliegue hacia Francia. Lo que sí es seguro es que utilizaron como distintivo una escarapela en sus sombreros, pero curiosamente tricolor francesa, en vez de la roja, aprobada por José para su ejército por R.D. del 18-VIII-1809. Esto obedecía al decreto de Napoleón, del 8-II-1810, por el que Aragón se constituía en un Gobierno Militar especial, dependiente directamente de Francia, y no del Rey José.

Dados sus escasos efectivos, ni esta, ni ninguna de las restantes Guardias de Aragón, tuvo derecho a usar bandera propia.

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