DOS HÉROES SEVILLANOS ENTRE 1808 Y 1811.

José María de Mena, en "leyendas sevillanas". Sevilla, 1985.


Aunque en muchas estampas aparece don Luís Daoíz en figura de joven y gallardo militar, lo cierto es que había nacido en 1767, y por lo tanto, tenía cuarenta y un años de edad; y ya su cara, quemada por el sol de las campañas de Orán, por el salitre del mar, en el que también luchó dos años como teniente de la Artillería naval, y finalmente, surcada por las amarguras de más de un año de prisión al ser capturado por los enemigos de España, era ya, la cara rugosa, de un hombre a quien la vida maltrató mucho.

Perteneció don Luís Daoíz a una de las familias más ilustres de Sevilla, y aunque no vivió sino escaso tiempo en nuestra ciudad, tenía aquí muchos y buenos amigos.

Entre ellos se contaban don Bernardo Palacios y Malaver, y don José Martín Justo González Cuadrado, los cuales al enterarse de la muerte heroica de su amigo Daoíz, hicieron propósito de vengarle, más aún habiendo muerto a manos de los enemigos de nuestra Patria.

González Cuadrado y Palacios Malaver, tomaron parte inmediatamente en la conspiración que se promovió en toda Andalucía contra los franceses de Napoleón y la casa número 18 de la calle Águilas, donde vivía González Cuadrado, se convirtió en centro de reuniones de los patriotas.

González Cuadrado era al mismo tiempo, organizador en Sevilla, y enlace entre la Junta Nacional y los distintos lugares de la región. Así, para circular por pueblos y campos sin ser reconocido, adoptaba los más diversos disfraces, apareciendo unas veces vestido de arriero, otras de pastor, otras de fraile, y en fin de tratante de ganados, de comerciantes, y hasta de mendigo. De este modo, llevaba las órdenes de la Junta a las guerrillas alzadas en Sierra Morena y otros lugares de la región.

Había nacido en Sevilla un individuo apodado Pantalones, holgazán, borracho, pendenciero y delincuente habitual, muy conocido entre la gente del hampa, y frecuente huésped de la Cárcel.

Este Pantalones, fue utilizado por los franceses como confidente y delator, para perseguir a los patriotas.

El Pantalones actuó con siniestra eficacia, y la noche de Navidad de 1810, supo que González Cuadrado iba a efectuar un recorrido por diversos pueblos, amparado en que aquellos días, por ser fiestas, los franceses habrían aflojado un tanto la vigilancia.

Denunció el Pantalones su descubrimiento, y la Policía montó un servicio que dio por resultado detener tres días más tarde, el 28, a González Cuadrado, a Palacios Malaver, y, a la esposa de éste, doña Ana Gutiérrez, los tres portadores de mensajes y órdenes de la Junta y de una carta cifrada de don Francisco Cienfuegos. Desde Castilleja de la Cuesta, donde fueron apresados, se les condujo a Sevilla, encerrándoles en prisiones. Esto fue el 28 de diciembre de 1810.

El capitán General francés, duque de Dalmacia, encargó mucho que se les arrancase el secreto de la lista de nombres de los conspiradores andaluces, pero Gonzalo Cuadrado y Palacios Malaver se resistieron a declarar, prefiriendo morir ellos con tal de que se salvasen muchos valientes compatriotas.

Debe hacerse constar que el mariscal francés Soult, y el jefe de Policía don Miguel Ladrón de Guevara, no permitieron que se diera tormento para interrogarles, aunque todavía se usaba el tormento en España y el abogado defensor don Pablo Pérez Seoane tuvo acceso a visitarlos hasta el último momento.

Condenados a muerte por el Consejo de Guerra, ambos caballeros, y puestos en capilla, todavía el duque de Dalmacia insistió en su pretensión enviando un ayudante a la prisión, portando un pliego de indulto firmado por el propio Capitán General, ofreciéndoles a ambos perdonarles la vida a cambio de que declarasen.

Rechazaron los dos con energía el indulto a ese precio y el jueves, 9 de enero, de 1811 fueron sacados a las dos de la tarde de la prisión, y, llevados a la Plaza de San Francisco, donde se ejecutó la sentencia de muerte, tratándoles como a vulgares malhechores ya que a pesar de su calidad, se les dio garrote vil.

Los cadáveres de González Cuadrado y Palacios Malaver, fueron echados en la fosa común de los ajusticiados, que estaba en el Patio de los Naranjos de la Catedral.

La partida de defunción en la iglesia parroquial de San Ildefonso, está anotada al margen de la partida de Bautismo, y dice:

"Falleció en esta Ciudad con Muerte de garrote, Don Joseph María

González y Cuadrado, la que prefirió por heroísmo a la condición

que le exigían los enemigos para liberarse de ella si declaraba los

sujetos que había en esta Ciudad, cómplices con el, en la comisión

de observar sus operaciones y dar parte al legitimo Gobierno español."

Firma la nota el doctor Matías Espinosa, Cura propio. Por cierto, que como se escribió tardíamente, ya en 1813, hay un error en la fecha, que en el Libro figura como el 7 de enero. Yo poseo un escrito que dirigió al Rey la madre de Palacios Malaver y en él consta que su heroica muerte fue el día 9 de enero de 1811.

En el Patio de los Naranjos existe una lápida que recuerda la abnegación y heroísmo de ambos caballeros sevillanos.