CISCAR, Gabriel

Teniente General de la Real Armada
Matemático insigne.

Nació en la valenciana villa de Oliva, en una casona de la calle de la Iglesia, el 17 de marzo de 1760. Estudió Humanidades en la Escuela Pía de Valencia y Filosofía en la Universidad de Valencia. Cuando contaba 17 años sentó plaza en la Escuela flotante de Cartagena, en calidad de Guardiamarina, era el día 24 de octubre de 1777.

Embarcado en el navío “San Juan Bautista”, cruzaría por las costas de Äfrica y metido bajo los fuegos de las baterías de Argel, logra tomas dos embarcaciones enemigas.

El 26 de abril de 1778, el Rey le encargó de la Academia de la Compañía de Guardiamarinas de Cartagena. Hallándose embarcado en el buque “San Jenaro”, participaría en el bloqueo que la flota española ponía a Gibraltar. Donde reducirían a varios barcos británicos, conduciendo uno de ellos con una tripulación de presa hasta el Arsenal de La Carraca, en la bahía gaditana.

Incorporado en el mes de abril de 1780 a la flota del general Solano, partirá a tierras centroamericanas, formando parte de una escuadra de 12 navíos y un numeroso convoy, donde participa en las acciones del fuerte del Diamante, visitando La Habana, Nueva Orleáns y Pensacola, bahía en la que entra con su navío y coopera a la toma de dicha plaza. Al regreso a Cádiz, quedará algún tiempo adscrito nuevamente a la Escuela flotante de La Carraca. Entre 1780 y 1783, embarcará en el navío “San ramón”, bergantín “Pájaro”, fragata “Matilde”, navío “San Nicolás”.

En 1783, hallándose afecto a la Escuadra del General Solano, realiza el curso superior que había diseñado el director Ceruti, el cual viendo los adelantos del ya célebre Císcar, decidió no examinarle y sí encargarle de impartir enseñanzas de Navegación en aquella Academia.

En noviembre de 1784 ascendería a Teniente de Fragata, quedando confirmado en su destino y en el curso de 1785 comenzaría a enseñar Matemáticas sublimes. El siguiente 26 de abril de 1788, asciende a Teniente de Navío y es nombrado Director de la Academia de Guardiasmarinas de Cartagena. En 1792, asciende a Capitán de Fragata, en premio a toda su trayectoria profesional y científica.

En 1796 se halla embarcado en la fragata “Soledad”, con el que surcará las aguas del Mediterráneo en busca del puerto de Constantinopla, dedicándose a mejorar las marcaciones que figuraban en las cartas marítimas, señalado especialmente las correspondientes a puntos de la costa de Cerdeña, “... alguno dellos como el Toro, Cabo Pulla, Cagliari y Cabo Carbonara; y siguiendo señaló las latitudes y longitudes del Marítimo, Malta, la Pantelaría y Trípoli de Berberia...”, principales que se hallaban por entonces mal delimitados. En el viaje de retorno es trasbordado al navío “San Juan Nepomuceno”, donde será el Oficial encargado de la artillería y pertrechos de guerra. Llegados al Departamento de Cádiz, nuevamente es trasladado, esta vez al “San Antonio”, perteneciente a la escuadra que manda el almirante Lángara, con el que pasa a defender con nuestros en ese momento aliados, la rada de Tolón. El 11 de julio de 1798 fue nombrado Comisario provincial de Artillería en Cartagena, con el empleo de Capitán de Navío. En 27 de agosto de este año, por sus conocimientos, fue comisionado para trasladarse a París y formar parte de la comisión de científicos que se reuniría en el Instituto Nacional de Francia, para la implantación en aquella Europa, de las unidades de longitud, volumen y peso que serían base del sistema métrico decimal.

A su retorno fue nombrado Comandante de Artillería de la Real Armada en el Departamento de Cádiz, y Capitán de Navío efectivo. Fijaría la longitud del péndulo simple que oscilaba los segundos en Madrid. El 19 de marzo de 1805 fue ascendido a Brigadier, con el cargo de Comandante General de Artillería de Marina. El Rey le concedería, el 19 de julio de 1807, la preciada Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Escribirá por órden superior, un curso de Pilotaje.

Llegado el año 1808, en febrero fue nombrado Capitán de la Compañía de Guardiasmarinas en Cartagena y con la invasión francesa, participará en la reunión nocturna del 23 de mayo de aquel año, donde se mostró decidido y con gran entusiasmo partidario de Fernando VII. Fue nombrado por aclamación popular, Vocal de la Junta de Defensa de Murcia, dedicándose desde entonces a la organización de las fuerzas españolas en la amplia zona de Murcia y las tierras alicantinas.

Más adelante resulto nombrado Secretario de la Junta Central. Al trasladarse dicha Junta a Sevilla, Císcar fue nombrado Secretario del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Promovido a Jefe de la Escuadra, se le nombró Gobernador militar y político de Cartagena, permaneciendo en el cargo desde el 2 de marzo de 1809 hasta noviembre de 1810. En ocasión de los movimientos militares del general francés Sebastián en tierras de Murcia, Císcar tomó decisivas medidas que evitaron el progreso de aquellas tropas.

El 3 de febrero de 1810, el anterior Consejo de Regencia le nombró Secretario del Despacho de Marina y de Estado, con la cláusula de “... que permaneciese en aquel gobierno hasta la llegada de su sucesor...” y poco después sin embargo, el 28 de octubre, es designado miembro de la Regencia de España y sus Indias, junto a los generales Joaquín Blake y Agar. Destacado también en su actividad política, sería nuevamente reconocida su trayectoria, ahora con el nombramiento de Regente, junto al Cardenal Borbón y el General Agar.

En marzo de 1813 volvió a designársele para el Consejo de Regencia, hasta el 10 de mayo de 1814.

Llegado en este fatídico año el “Deseado”, el felón Rey le incluirá en aquel famoso Decreto que promulgó en Valencia, el aciago día 4 de mayo de 1814, de cuyo contenido le enteraría el General Eguía, la noche del siguiente día 10por lo que desde su Regencia pasaría a los calabozos de la Corte, donde se encontraría con muchos de aquellos que durante seis años habían expuesto sus vidas constantemente a favor del retorno de el “Deseado”. Dos ministros, diez diputados, y seis generales o Mariscales de Campo se hallaron de repente presos de aquel ingrato Rey.

De aquel lugar pasaría confinado a Murcia y posteriormente a Cartagena, de donde finalmente sería autorizado a residir en su pueblo, en Oliva. De su autoría fue el diseño de los estudios de Náutica en Filipinas, donde el 1 de enero de 1820, comenzó a funcionar aquella Escuela, siendo gobernador el General Mariano Fernández de Folgueras. Durante cinco largos años se dedicará a sus estudios científicos y de aquel ostracismo será sacado por el Real decreto de 18 de marzo de 1820, ahora para que nuevamente se incorpore al gobierno de España, esta vez en calidad de Consejero de Estado y al tiempo, el 17 de junio de 1820, elevado al grado de Teniente General. Recién creada la Real Orden de San Hermenegildo, el 6 de noviembre será recompensado con la Gran Cruz de dicha Orden.

Hallábase en calidad de Consejero de Estado, cuando llegan noticias del arribo de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, Císcar seguirá al Gobierno hasta Sevilla. En aquella ciudad es cuando Fernando VII se niega a proseguir hacia San Fernando, razón por la que el diputado Alcalá-Galiano solicita y logra que Fernando VII sea declarado en “estado de enajenación mental, por lo que se estaba en el caso previsto por la Constitución, de privarle del ejercicio del poder ejecutivo para el acto de su forzosa traslación a San Fernando...” , por lo que nombrada una nueva Regencia, ésta recaería en los Tenientes Generales de la Real Armada, Cayetano Valdés y Gabriel Císcar, junto al del Ejército, Gaspar Vigodet.

Cumplidor el primero de cuanto estuviese reglamentado, Císcar se entrevistó con el “Deseado”, comunicándole el encargo recibido, pero pidiéndole su conformidad. Fernando VII, como siempre, obligaría prácticamente a Ciscar a la toma de posesión, diciéndole “... que so pena de incurrir en su Real indignación lo tomase...” . La doblez de este individuo haría que restablecido su poder mediante la nueva invasión francesa protagonizada por los “Cien Mil Hijos de San Luis”, mandase detener a Císcar y tras ello, condenarlo a la pena de muerte.

La intervención del general Burmont, conde de Bordesull, lugarteniente del duque de Angulema, salvaría de aquella pena al teniente general Císcar, embarcándole a la fuerza en un buque británico surto en la bahía gaditana, y en el que se trasladaría hasta Gibraltar.

Todo le había resultado adverso, abandonado por casi todos, solamente le sacaría de aquella postración, el decidido empeño en ayudarle su gran amigo, el duque de Wellington, quien le concedió una pensión de 12.000 chelines británicos, con la que pudo ir subsistiendo, mientras los suyos en Oliva llevaban una triste vida, como les correspondía y corresponde siempre a quienes por su valor, decisión y moral no se avienen a brindar por el más poderoso. En Gibraltar buscó refugio en aquel peñón, donde apenas subsistió unos años, pensando siempre en su familia que en Oliva sufría también muchas penalidades. Ante todo ello, y tras la muerte de su hijo Rafael, el viejo luchador acabaría falleciendo el 12 de agosto de 1829, exiliado en la mayor de las miserias.

Tiempo después, acabada la vida de su cruel enemigo, los gobiernos español y británico iniciaron en el año 1854, conversaciones que alcanzarían un resultado favorable en aquellas negociaciones para proceder a su traslado a España, deretándose el mismo el 23 de marzo de 1855. Diversas contravenciones impidieron que el traslado se hiciese hasta el 29 de abril de 1860, sus restos fueron exhumados de su tumba en el cementerio gibraltareño y embarcados en la goleta “Ceres”, y llegada a La Carraca al día siguiente, serían trasladados al navío español “Isabel II”, desde donde el 2 de mayo, con gran solemnidad y pompa, la correspondiente a un Capitán General con mando en Escuadra, a bordo; y de Capitán General de Departamento, en tierra, fueron traslados en ocasión de haberse inaugurado el Panteón de Marinos Ilustres, en la ciudadela de San Carlos, de la gaditana ciudad militar de San Fernando. Quedando depositados provisionalmente los restos en la capilla del Panteón hasta el día 2 de mayo en que recibieron definitiva sepultura en el actual mausoleo, en la cuarta capilla de la nave izquierda, o del Este, y mejor para nosotros, de estribor, en cuya lápida podemos leer:


“AQVI YACE EL TENIENTE GENERAL DE
LA ARMADA
DON GABRIEL CÍSCAR Y CÍSCAR
CABALLERO GRAN CRUZ DE LA REAL Y
MILITAR ORDEN DE SAN HERMENEGIL-
DO Y PENSIONISTA DE LA DE CARLOS III.

DOS VECES NOMBRADO PARA LAS CORTES
INDIVÍDUO DEL CONSEJO DE REGENCIA
DEL REINO. CONSEJERO DE ESTADO. PLE-
NIPOTENCIARIO DE ESPAÑA EN EL CON-
GRESO DE SABRIOS QUE SE REUNIÓ EN
PARÍS PARA ESTABLECER UN NUEVO SIS-
TEMA DE PESAS Y MEDIDAS. AUTOR DE
VARIAS OBRAS CIENTÍFICAS, ETC.

FALLECIÓ EN GIBRALTAR EL 12 DE AGOS-
TO DE 1829 A LOS SETENTA AÑOS DE
EDAD.

SUS HIJOS LE DEDICAN ESTE SEPULCRO.”