PALAFOX Y MELCI, José

General y Duque de Zaragoza.

Hijo de Juan Felipe de Rebolledo de Palafox, III marqués de Lazán y de Paula Melzi de Eril, de origen flamenco y Dama de la princesa María Luisa con la que llegaría a Zaragoza un día del año 1759, formando parte del séquito que acompañaba al rey Carlos III y que por razones de enfermedad de la reina doña María Amalia de Sajonia se pararía en Zaragoza durante algo más de un mes. Ese tiempo sirvió para que la joven Paula conociese al hombre con el que se había concertado matrimonio y que no era otro que el hijo del entonces marqués de Lazán, don Juan Felipe. Con él contrajo matrimonio en 1768, a pesar de los treinta y seis años de diferencia, los marqueses tendrían cuatro hijos, entre ellos el luego general defensor de la ciudad de Zaragoza, nacido el 28 de octubre de 1775.

Cuando el 31 de mayo de 1792 hace su presentación en el cuartel de los Reales Guardias de Corps, ya sus dos hermanos formaban parte de este Cuerpo. El siguiente 17 de julio por Real Cédula sería nombrado Guardia de Corps.

El 18 de septiembre de 1794 fue nombrado Cadete supernumerario, tomando en propiedad el cargo, el 25 de septiembre de 1798 y en este Cuerpo permanecerá prestando "… servicios de su clase…" hasta el 5 de junio de 1808, entretenido además en escribir poemas y frecuentando los salones de la Corte madrileña, esperará su siguiente promoción al grado de Alférez, equivalente a Brigadier de Caballería. A mediados de 1807 es promovido al de Segundo Teniente.

Después de la caída del favorito Godoy, José Palafox que llevaba ya muchos años de relación con el canónigo Escoiquiz y con el heredero Don Fernando, se hallaba en el Real Sitio de Aranjuez durante el tumulto por lo que se presentó a su jefe el marqués de Castelar y se puso a disposición de los partidarios del Príncipe Fernando. Al llegar el momento de proceder al traslado de Godoy, el encargado de hacerlo es el exento Palafox, que se pone al mando de dos partidas del Batallón Primero de Voluntarios de Aragón y algunos de los levantiscos milicianos que le habían custodiado.

Habiéndoles salido al paso a la altura de Valdemoro un enviado de Murat, que les comunica que si prosiguen en su intento de llevarle preso a Madrid, ellos no lo van a permitir. Tras aquella conversación modifica su trayecto y se dirige a Pinto, donde alojan al prisionero en espera de otras instrucciones. Desde allí lo conducirá hasta Villaviciosa de Odón. Ordenada la entrega de Godoy, Palafox parte como emisario cerca del rey Fernando en Bayona.

El día 5 de mayo de 1808 llegan a Irún las trágicas noticias de los sucesos del anterior día 2 en Madrid. Ante ello se toman disposiciones en cuanto al infante don Antonio y el encargado de ello es Palafox, que apenas puede huir hacia Zaragoza cuando pretendían aprehenderlo los espías franceses en Irún.

Por los montes navarros logra atravesar impune hasta alcanzar la ansiada Zaragoza donde se presenta al capitán general de Aragón, don Jorge Juan de Guillelmi y Andrada, aunque no obtiene el apoyo que solicitaba y en los días sucesivos observa una extraña conducta en Guillelmi, al que supone en comunicación con Murat, por lo cual se dirige a las inmediaciones de la capital, al pueblo de La Alfranca, donde queda en espera de la llegada de Butrón, otro de los enviados a Bayona.

Ordenado por Murat que todos los pertenecientes a las Guardias de Corps se presentasen en sus destinos, ya que en caso negativo se les perseguiría por desertores, Guillelmi le ordena hasta dos veces se presente en el palacio de la Capitanía que regenta. Palafox no obedece la orden y por el contrario acelera las comunicaciones con la incipiente Junta de Defensa aragonesa. En la tarde del día 24, Zaragoza se alza en rebeldía contra Napoleón y sus tropas en España.

En la noche del 25, un grupo de paisanos armados se aproxima al escondite de Palafox y Butrón, que ya ha llegado. Ambos se intranquilizan puesto que creen que viene a detenerlos por orden de Guillelmi. No era así, sino todo lo contrario, le llevan hasta el palacio de las Lunas y allí le asoman al balcón donde pronuncia el famoso ¡Viva Fernando VII!, grito que es ampliado por el pueblo concentrado al pie del edificio.

El 26 de mayo es nombrado Capitán General de Aragón, después de que el Acuerdo se hubiese reunido y tras haber sido rechazado el general Mori por considerársele extranjero, éste mismo le hace entrega del bastón de mando. Palafox lo rechaza, diciendo que solo admite tal nombramiento de parte del Rey. Aclamado por todos, finalmente acepta el nombramiento.

El 31 de mayo publica el manifiesto en el que declara la guerra a Napoleón y lo distribuye por toda la geografía española. Se inicia el alistamiento de voluntarios y la adaptación de aquellos bisoños soldados. En sucesivos días van llegando sus hermanos, Francisco desde Bayona y el marqués de Lazán evadido de Madrid.

En los días siguientes van sucediéndose las escaramuzas mediante las cuales se intuye que los franceses van asentando el cerco de la que muy pronto será sacrificada capital aragonesa. Las de Alagón, la Puerta del Carmen o la del Portillo, acciones donde los improvisados soldados llevan el caos y la muerte a los cuadros franceses. Entre ellas y las tapias de Santa Inés quedarán más de 700 franceses muertos. ¡Es el bautismo de sangre de aquellos valientes aragoneses!.

Incansable, Palafox vuela a Épila, Ricla, Calatayud, y retorna a Zaragoza.

El día 15 de junio comienza el primer sitio a la ciudad, las escaramuzas y ataques se suceden, hasta que en la noche del 1 al 2 de julio, los franceses desde las baterías de la Bernadona y Torrero inician el bombardeo masivo de la capital aragonesa, mientras cinco columnas se ramifican hacia las puertas del Carmen, Portillo, Santa Engracia, convento de San José y la Puerta Quemada. Cuando apenas alboreaba el día las columnas están desplegadas ante los lugares sobre los que intentarán el asalto masivo.

La noticia del derrumbamiento de Bailén, motivó que Lefebvre-Desnouettes diese orden de levantar el asedio y dirigirse en auxilio del rey José, situado en las inmediaciones de Burgos. Entre el 9 y el 11 de septiembre quedaron libres de enemigos los campos que rodeaban la ciudad, después de sesenta y un días de asedio.

Vuelven a presentarse los franceses ante las murallas de Zaragoza, el 30 de noviembre. Ataca Lefebvre por el lado del Arrabal, mientras Moncey lo hace por Torrero. Tras este fugaz ataque se repliegan los galos hacia Valdespartera y Zuera, donde se organizan y en los días sucesivos son constantes las ofensivas que lanzan, hasta que el 21 de diciembre inician formalmente el que será segundo Sitio de Zaragoza.

El 27 de enero de 1809 lanzan un nuevo ataque mediante tres columnas, Palafox en estos momentos cruciales se siente muy enfermo, víctima, una más de la epidemia que asolaba a los defensores y habitantes de Zaragoza. Apenas manteniéndose en pie decide el 19 escribir una carta al general Lannes, haciéndole hincapié en las condiciones de capitulación ofrecidas el anterior 26 de enero, a las que él había añadido la cláusula mediante la cual pretendía que las tropas defensoras pudiesen incorporarse a otros Cuerpos españoles y que saliesen portadores de carros cubiertos.

Lannes al recibir la misiva, se enfurece, un general español sin oportunidad alguna de salir victorioso del cerco al que esta sometido, se atreve a imponerle condiciones en la rendición. El General francés le escribe a Palafox, diciéndole entre otras cosas:

"Acabo de recibir vuestra carta en este momento. Me han exasperado sobremanera las proposiciones que me hacéis… Ya no hay ejércitos en España, todo está destruido…".

El siguiente 23 capituló la ciudad. El 24 Lannes hizo entrada en Zaragoza, a pesar de lo acordado, los franceses cometieron muchos asesinatos entre ellos el del canónigo Santiago Sas y el Padre Boggiero. El día 25 se le administra la Extremaunción, sin embargo el 28 había salido de peligro y sobre las siete de la mañana, en coche escoltado por cuarenta Dragones fue llevado ante Lannes, partiendo luego por el Canal hacia Tudela. Desde esta ciudad, en silla de posta y escoltado por un escuadrón de Caballería, por Pamplona en dirección a Bayona y de allí al castillo parisino de Vincennes. En el castillo-prisión estaría incomunicado desde el 1 de abril de 1809 hasta el 17 de diciembre de 1813 en que se le permitió salir y dirigirse a Valençay para que se presentase ante Fernando VII. El viaje lo hizo escoltado por un Oficial de Dragones, bajo el nombre de M. Tayssier.

Después de recibir las instrucciones que le da el Rey, Palafox sale hacia Perpignan y desde allí llega a Gerona, donde Suchet tenia su Cuartel general. Tras escucharle, Suchet le facilita una escolta de 50 dragones y se dirigen a Vich, a donde llega el 11 de enero de 1814 y no rinde viaje hasta el siguiente día 27 en que llega a Madrid. Rápidamente recibido por la Regencia, descansará unos días hasta que nuevamente sale hacia la frontera gerundense para recibir al rey en su regreso a España, cosa que logra en Reus. Antes sin embargo la Regencia le entrega el despacho de Capitán General de los Reales Ejércitos, con fecha del 9 de marzo de 1809.

Fernando VII aprovechará para no seguir las instrucciones de la Regencia y por ello accede a desviarse del itinerario trazado e ir a la heroica Zaragoza, de la mano de Palafox, a quien refrenda el nombramiento. El 11 de abril pudo ser el día en que comenzó el calvario de Palafox. Fernando VII acostumbraba a separar drásticamente a cuantos le habían servido fielmente. Palafox mantenido en el séquito real, pero sin función alguna hasta llegar a Madrid el 13 de mayo y salvándose de verse incluido en las negras listas de represaliados por el Deseado y siendo nombrado Capitán general de Aragón.

Cesa Palafox en el mando el 26 de agosto de 1815 y le sustituye su hermano el marqués de Lazán, pasando él a la Junta de Fortificación y más tarde a la Cámara de Guerra.

Era tal su devoción por el Trono, que aun en el año 1822, en ocasión de los sucesos del 1º de julio, Palafox se presentó en Madrid con objeto de frenar la insurrección y defender al Rey. En 1836 le nombraron Director General del Cuerpo y Cuartel de Inválidos, Inspector de Milicias provinciales y Comandante General de la Guardia Real provincial, cargos en los que cesaría en el año 1838. Como premio a su comportamiento vendría el nombramiento de Capitán de Alabarderos. Alcanzando en 1841 el de Comandante General de la Guardia Real exterior de todas las Armas. El decreto de 5 de agosto de 1843 le nombraba Comandante general del Cuerpo de Reales Alabarderos, cesando en el mismo por otro Real decreto de 23 de octubre de 1844. En 1846 es nombrado nuevamente Jefe de Inválidos hasta el momento de su fallecimiento.

Era Caballero Gran Cruz de Carlos III, y de las Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo, de la Inclita y Sagrada de San Juan de Jerusalén y de la de Lis de la Vendée, Comendador de Montachuelos en la de Calatrava. Regidor perpetuo de Madrid y de Zaragoza. Académico de Honor de la Real Academia de San Luis y de la de Valencia. Doctor en Jurisprudencia en la Universidad de Huesca. Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente por los dos Sitios de Zaragoza. Ministro Nato de la Cámara de Guerra.

El 15 de febrero de 1847, a las ocho y media de la mañana, fallecía víctima de una apoplejía.