SAN MARTÍN Matorras, José de

Teniente Coronel graduado. General del Ejército argentino

Nació en Yapeyú, muy cerca de la desembocadura del río Guabiri, de la vieja reducción de indios guaraníes en los jesuíticos territorios de Misiones, que más tarde constituiría la provincia de Misiones el 25 de febrero de 1778, era hijo del Teniente de Gobernador de aquellos territorios, en el virreinato del Río de la Plata, Juan de San Martín Gómez, natural de Cervatos de la Cueza, en la provincia de Palencia, y de Gregoria Matorras del Ser, natural de Paredes de Nava, por tanto ambos palentinos, que habían contraído matrimonio en Tucumán, en el Palacio del Obispo, por poderes dados a su primo el Coronel-Gobernador de Tucumán, Jerónimo Matorras, ante el obispo De la Torre, quien celebró la boda. Su padre, cansado de que sus méritos no fuesen reconocidos, ni se le concediese el destino que había solicitado. Lo haría ahora para obtener licencia para pasar a España, a donde viajaría toda la familia a comienzos del año 1784, tenía José tan sólo siete años. Su formación será por tanto la misma de cualquier otro joven peninsular, y residiendo en el malagueño barrio de Pozos Dulces la familia, José irá tomando los hábitos de cualquier niño andaluz de la época, permaneciendo en aquella ciudad hasta el año 1786, en que ingresa en el Seminario de Nobles, ubicado en el vetusto caserón próximo a la actual calle de la Princesa, en Madrid, donde permanecerá hasta finales de 1788, y tras corta estancia en el domicilio familiar, el día 21 de julio del año siguiente, sentará plaza de Cadete en el Regimiento de Infantería de Línea “Murcia el Leal”, pasando destinado el 23 de junio de 1791, a la plaza Melilla, donde permanecerá de apostadero durante treinta y cinco días, y de allí, como Granadero, a participar en la defensa, durante 33 días y asistir posteriormente a la entrega de la plaza de Orán. Ante las nuevas confrontaciones militares que se suceden en la frontera pirenaica, motivadas por la guerra de Convención, su Regimiento saldrá destinado a formar parte del Ejército de Aragón.

En aquella campaña, durante ocho meses participa en diversas acciones, entre ellas la de la Venta de Brousset. En la toma de Torre Bateras y Cruz del Fierro, ataque a las alturas de Mombolo, en San Marzal, en la de las Baterías Villalonga, en la de Bañuls, donde por dos veces rechazaría al enemigo. Protagonizaría la salida a la ermita de San Lluc, participara el 3 de mayo, en la contención de los franceses en Provendré y otras de vigilancia fronteriza, hasta que su Regimiento pasa nuevamente a incorporarse al Ejército de Cataluña. Durante la marcha, llegan correos que portan la nueva de haber sido promocionado al grado de Segundo Subteniente, el anterior 19 de junio de 1793. Una de las primeras acciones en que se encuentra es la del Rosellón, a las que entre otras seguirán las de Villalongue y Banyuls. Durante la campaña de 1794, peleará por diversos frentes hasta la capitulación de Collioure. Se incorporan ahora a la plaza de Barcelona, y allí le alcanza, el 28 de julio, el nombramiento de Primer Subteniente. Asciende el 8 de mayo de 1795, al grado de Segundo Teniente. En 1796 comienzan las hostilidades con los británicos, así, de este modo se encontraría luchando al lado de sus poco antes enemigos, en el combate del Cabo de San Vicente, el 14 de febrero. El 4 de diciembre fallece su padre y es enterrado en la parroquial castrense de Santiago, en la capital malagueña.

Con motivo de esta alianza, su Regimiento se ha de incorporar a los Cuerpos galos, por lo que embarcará durante un año y veintitrés días en la fragata “Santa Dorotea”, que le conduce hasta la zona mediterránea, donde ejecutarían algunas operaciones combinadas por tierra y mar, hasta que en mayo de 1798 se dirigen a la base naval de Tolón, en aquellos momentos plena de actividad, por aprestarse en aquellos días los buques que participarían en la expedición que Bonaparte enviaba a Egipto.

En el viaje de regreso, el día 15 de julio de ese año, la fragata se vió sorprendida por el navío británico “Lion”, de 64 cañones, que con su poderosa artillería logra desarbolar la nave española y su tripulación tomada prisionera, aunque la oficialidad fue llevada a otra nave y por haberse juramentado los prisioneros, devuelta libre a España.

Incorporado el 29 de mayo de 1801, a su regimiento de origen, es sin embargo adscrito al Regimiento de Caballería Ligera de Olivenza, donde participa con las tropas de ocupación que se hallaban en Portugal, en las acciones de Campomayor y Olivença y desde allí pasarían a ocupar un espacio en el asedio que se levantó ante la plaza de Gibraltar, donde se formará un nuevo Cuerpo de infantería ligera, bajo la denominación de Voluntarios de Campo Mayor, y él ascendido a Segundo Ayudante, con fecha 26 de diciembre de 1802, con los que pasará a Ceuta y más tarde de guarnición en Cádiz, donde llegará con sus hombres a tomar parte en un festivo ejercicio táctico con el que el Marqués del Socorro obsequió a su amigo el General Moreau. El 2 de noviembre de 1804, asciende a Capitán Segundo, y logra salir indemne de la peste que contagiaba aquella población.

Hallándose en la Tacita de Plata, verá salir aquellas naves que se dirigen al próximo enfrentamiento naval, el del 21 de octubre de 1805 en Trafalgar, donde entre otras, quedarían hundidas todas las esperanzas americanistas. Son ahora años de servicio de guarnición, y suponemos que aquella tranquilidad le permitirá asistir por las noches a alguna sesión de las que se daban en el “Pay-Pay” .

Sin embargo, un día del año 1808, el General Solano se ve asaltado por la muchedumbre que enfurecida sube las escaleras del palacio de su residencia, acusándole de indolente y proclive a los franceses que por aquellos días habían masacrado a los madrileños en la sangrienta jornada del Dos de Mayo, en el Parque de Monteleón y proseguido por las calles y casas madrileñas.

Durante el asalto, San Martín, que era ese día el jefe de la guardia militar, dicen unas versiones que defendió al General, y otros que se mantuvo ajeno a ello. Finalmente, Solano que había escapado momentáneamente a los asaltantes, fue hallado escondido y por ello muerto en el acto.

Después de aquel sangriento suceso, San Martín se incorporaría a las órdenes de la Junta de Sevilla, participando en diversas acciones contra los franceses por las estribaciones de Sierra Morena.

Por el Sur, en Andalucía, se preparaban las tropas españolas, para lo cual el día 12 de julio se rúnen en Porcuna, quedando organizadas en cuatro Divisiones y dos Cuerpos volantes. Los generales que mandaban cada División, eran: La 1ª, el Mariscal Teodoro Reding; la 2ª el marqués de Coupign; la 3ª, Félix Jones y la 4ª, el teniente general De la Peña. Los Cuerpos volantes los mandaban: el 1º, el teniente coronel Mourgeon, Mientras que el 2º lo mandaba el coronel Valdecañas.

San Martín ahora es agregado al regimiento de caballería Borbón, donde le hallaremos a las órdenes del teniente coronel De la Cruz Mourgeon, incorporado en aquella columna volante, corriendo la zona Sur de Andujar, por Villa del Río, Arjona y Arjonilla.

El 28 de junio, en la Arjonilla, San Martín iba al mando de la vanguardia de la columna, cuando inopinadamente se encuentra con una descubierta de dragones franceses. Los 21 hombres que le acompañan, Húsares de Olivenza y de Borbón, apoyados por un pelotón de infantes de su Batallón de Voluntarios de Campo Mayor, mandados por el Subteniente Cayetano Miranda, se lanzan valientemente por una sinuosa y estrecha vereda, y sin darles tiempo a reaccionar, los alcanzan, evitando que puedan desplegarse entre los olivos, por lo que los coraceros franceses apoyándose en la Casa de Postas, presentan formación de ataque, que sin embargo a los españoles parecen no sentirse minorados, con San Marín a la cabeza, y sable en mano, logran desbaratar aquella formación, batiéndoles totalmente, dejándoles 17 muertos, toma cuatro prisioneros heridos y se apoderan de todos los caballos franceses.

Esta acción de San Martín, reconocida como muy meritorio a distinguida, fue premiada con el ascenso a Capitán del Regimiento de Borbón. Dos días después, el 25 de junio, la “Gaceta Ministerial”, de Sevilla daba cuenta de la brillante acción protagonizada por San Martín, decía:

"Este valeroso Oficial puso a su vez la pequeña tropa en batalla y atacó con inusitada intrepidez, logrando desbaratar completamente a los franceses que dejaron en el campo 17 dragones muertos y cuatro prisioneros.”

Sus hombres habían logrado lo imposible, esa misma “Gaceta”, decía de ellos:

“Se habían distinguido particularmente, el Sargento de Húsares de Olivenza, Pedro de Martos; Sargento de Cabª de Borbón, Antonio Ramos, soldado de Borbón, Ignacio Alonso y sobre ellos el Cazador de Húsares de Olivenza, Juan de Dios, quien con inminente riesgo le salvó la vida al Capitán San Martín...”

Coupigny, su Comandante General, le dirige el día 6 de julio el siguiente oficio:

"El Excmº General en Jefe, &c, &c. Ha concedido un Escudo de distinción a todos los Sargentos, Cabos y Soldados de la Partida que batió al enemigo el 23 de pasado, lo que participa a Ud. para su inteligencia y debido cumplimiento y justicia de los interesados.”

No se quedaría atrás el Presidente de la Junta de Sevilla, cuando el 6 de julio se dirige también a San Martín, y le dice:

"Por quanto atendiendo a los servicios y meritos de Vos, Don Josef de San Martín, Capitan del Regimiento de Voluntarios de Infantería Ligera de Campo Mayor y del distinguido merito que habeis contrahido en la accion de Arjonilla, he venido en nombraros Capitan Agregado a el Regtº de Cabª de Borbón con el sueldo de vivo.”

Con este nuevo empleo y graduado de Teniente Coronel agregado al Regimiento nº 5 de Línea Borbón, San Martín se hallará presente en la crucial batalla de Bailén y los combates de Mengíbar. La batalla que iniciaría el cambio de sentido a la triunfal carrera de Bonaparte.

Durante aquellos días los ejércitos evolucionan entre olivos o por las soleadas tierras, buscando lugares sobre los que apoyarse y evolucionar del modo más favorable a sus intereses.

San Martín por tanto se halla en la ribera del Guadalquivir, cortando la carretera de Andujar a Bailén, donde las ofensivas de su División causarán a los franceses, no menos de 200 muertos. Cuando amanece el día 19, los hombres de Cruz Mougeon se desplazan por el Norte, realizando movimientos envolventes, gracias a los cuales Reding podría colocar una de sus Divisiones al Norte del camino y la otra por el Sur, iniciando así el movimiento general sobre ambas alas napoleónicas.

Realizados diversos movimiento, Reding ordena que los regimientos de caballería Borbón y Farnesio carguen sobre los franceses que se amparan entre las encinas y olivos. Logrado el movimiento, los coraceros franceses serían brutalmente destrozados por los españoles, y cuyos ataques no cesan hasta que llega el momento de rendir su espada el General Dupont.

Aquel día, con la mediación de tantos meritorios soldados españoles, Napoleón sufre una derrota que hará cambiar el rumbo de su carrera militar. Pues bien, un poco de esa victoria fue debida al Capitán José de San Martín.

Como ocurría después de cada batalla, los jefes ofrecían en sus partes la reseña de aquellos soldados que merecían una mención u otra mayor recompensa. A San Martín le recompensan con el ascenso a Teniente Coronel de Caballería y la concesión de la Medalla de Oro conmemorativa de la batalla. En esta de Bailén, el Marqués de Coupigny, entre otros diría:

"El Marqués de Cupigny recomienda tambien al Jefe de Guardias Walones, con particularidad a D. Nazario Reding, Coronel del Regimiento de su apellido, &c., y a Don Josef de San Martín, Capitán Agregado a Borbón.

Yo me glorio de haver sido jefe de tan dignas tropas que han sostenido el Honor y reputación de la Nación Española y las ha obligado a tomar las armas en defensa de su Religión, de su Soberano y de la Patria, y que en dos solas acciones han logrado destruir los enemigos y llenar el objeto del Sabio Gobierno que los empleó y dispensó su confianza.

Bailén, 22 de julio de 1808. Reding.”

Participaría también en la desgraciada acción de Tudela, y el 16 de mayo de 1811 en la de Albuera, donde resultará derrotado el ejército que mandaba Soult. El 26 de julio pasa agregado como Comandante al Regimiento de Dragones de Sagunto, participando en la defensa del sitio de Badajoz.

El 14 de septiembre de 1811, a su petición, le concedían el retiro, con el derecho a usar el uniforme y gozar de su fuero militar, para pasar a residir en la ciudad de Lima, “... con objeto de arreglar sus intereses perdidos y abandonados por las razones que manifiesta y asegurar su subsistencia y la de los hermanos que quedan sirviendo en los ejércitos de la península...”. Atrás quedaban 22 años de servicios prestados en el Ejército español.

El 9 de marzo de 1812 llega a Buenos Aires, donde ofrecería sus servicios a la causa revolucionaria. Los responsables de aquel movimiento comprenderían la significación de tener de su lado a un hombre que se había formado en el seno de las instituciones españolas. Una de sus primeras ocupaciones fue la de crear un Cuerpo de Granaderos a caballo, del cual, lógicamente fue Instructor y primer jefe.

El 12 de septiembre de 1812, contrae matrimonio con María de los Remedios de Escalada y Quintana, ilustre dama argentina, nacida en Buenos Aires, el 20 de noviembre de 1797, y fallecida allí mismo el 3 de agosto de 1823. Tuvieron una única hija, llamada Mercedes Tomasa.

El 7 de octubre de 1812, sus Granaderos tomarán parte en la primera acción revolucionaria, cuando poniéndose al frente de sus hombres exigiría la dimisión del Triunvirato que en aquel momento gobernaba en la ciudad. De sus resultas vendría el nombramiento de un nuevo Gobierno.

El 3 de febrero del año siguiente tendrá lugar la primera acción bélica y victoriosa en América, en la que atacará a las fuerzas que mandaba el General Zavala, recién desembarcado en las orillas del río Paraná. Ese día, otro soldado le salvará la vida al interponerse a su oponente, cuando San Martín se hallaba caído bajo su caballo herido. Aquel soldado se llamaba JUAN BAUTISTA CABRAL.

A partir de ese momento vendrá su dilatada intervención en el desarrollo de la Independencia argentina, y que nosotros no trataremos debido a exceder este periodo al que nosotros estudiamos. No obstante facilitaremos al final de esta aproximación biográfica, direcciones de páginas que se ocupan de hacerlo con mucha más capacidad que nosotros.

Eso si, diremos que le ocurrió como a todos los personajes que pusieron sus conocimientos y experiencia al servicio de la Comunidad. Ella misma una vez que se emancipa, procura destruirle. A muchos les ocurrió lo mismo, Mina, Porlier, Bolívar, etc., etc.

Cumplida su misión se retiró, diciendo:

"En cuanto a mi conducta, mis compatriotas, como en lo general de las cosas, dividirán sus opiniones; pero los hijos de éstos darán el verdadero fallo”

En enero de 1823 se domicilia en Mendoza, y luego, en noviembre pasa a Buenos Aires, desde donde el 7 de febrero de 1824, obtiene licencia para trasladarse a Europa, con su hija Mercedes, embarcando el día 10 de ese mismo mes, en el buque “Le Bayonnais”, desembarcando en el puerto de el Havre, el 23 de abril, de donde proseguirían a Londres. En diciembre de ese mismo año, San Martín y su hija Mercedes, pasarán a Bruselas, París, Marsella y Tolón. Desde Gran Bretaña volvería a poner rumbo a la Argentina, en noviembre de 1828, pero visto como se hallaba el país, regresó en el mismo barco, sin haber tan siquiera desembarcado. En ese retorno se detiene un tiempo en Montevideo y reanudará el viaje a Europa el 17 de abril de 1829 y fijó su residencia en Boulogne-sur-Mer. Frecuentemente realizaba largos viajes a Roma, Florencia, e inclusive al Pirineo oriental, visitando los lugares por los que había discurrido una época juvenil, cuando formaba parte del Ejército español

Falleció a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, a las orillas del Canal de la Mancha, en el “Grand Bourg”, su refugio europeo, dejando por sus herederos, a su hija en lo universal, al Perú el estandarte de Pizarro, mientras que a Rosas le legará su victoriosa espada. Años antes había regalado su caballo y sus pistolas a Simón Bolívar.

En 1880 fueron trasladados sus restos a Buenos Aires, donde hoy reposan en el magnífico panteón existente en la catedral de aquella capital.