FERNÁNDEZ SAN MIGUEL Y VALLEDOR, Evaristo

General y duque de San Miguel

Nació en Gijón el 26 de octubre de 1785. Era hijo de Juan Fernández San Miguel y de Rita Valledor y Navia. Como no había de ser de otro modo recibio una esmerada y sólida formación en Matemáticas en el Real Instituto Asturiano, después denominado por el nombre de su fundador Jovellanos. Cursó más tarde Humanidades en la Universidad de Oviedo, pero los abandonaría por los de las armas. En 1805, cuando contaba veinte años ingresó como Cadete en el Primer Regimiento de Voluntarios de Aragón. A los dos años, el 10 de julio es promocionado al grado de Subteniente ahora en el Batallón de Voluntarios del Estado, de guarnición en Madrid.

Hallábase destinado en Madrid cuando ocurrieron los sucesos del Parque de Artillería de Monteleón. Tras los primeros momentos, San Miguel logra salir de la ciudad y se presenta en el principado, donde formando parte del Batallón de Covadonga concurre a las acciones de Cabezón de la Sal (Cantabria) y las continuas escaramuzas en las márgenes del río Deva, en las que a todo lo largo de la línea de Colombres, llegando hasta Pasajes y la Peña del Castillo. En esta acción, ocurrida el 9 de junio de 1809 entre las tapias de la huerta de Villatorre y que llegaba hasta Igollo, encrucijada de los caminos de Reinosa y El Escudo, San Miguel se hallaba encuadrado en la columna que mandaba el coronel Carlos Rato. La lucha fue muy sangrienta, perdiendo la vida entre otros el coronel del Regimiento de Infiesto Juan Galdiano. La llegada de Ballesteros y su plana mayor surtió un efecto inesperado logrando asaltar la posición francesa, llegando a pasar a cuchillo a toda la fuerza que allá quedó. Prosigue la fuerza española en su avance hacia la capital santanderina y allí se concentran todas las columnas, Ballesteros, Porlier, el Conde de Calderón de la Barca se felicitan de la huida de Bonet y Noireau. Sin embargo al amanecer del día 11, la caballería francesa a galope tendido penetra por el Cajo y El Alta. La sorpresa fue mayúscula y a pesar de sus asentamientos, los españoles abandonan en el mayor desconcierto los muros que les ampararan durante aquellos dos días. La desbandada es total a través de El Astillero, Muriedas, Guarnizo.

Muchos españoles quedaron prisioneros, entre ellos los cerca de dos mil se hallaba el capitán San Miguel. Ballesteros acompañado de O’Donell huyeron en una barca utilizando las culatas de sus fusiles como remos.

Durante todo el trayecto en las columnas de prisioneros, San Miguel trató de evadirse, lográndolo en una ocasión, pero siendo detenido de nuevo por la Gendarmería cuando estaba a punto de traspasar la frontera. Es trasladado a Montpelier y allí sometido a un más riguroso confinamiento. Finalmente mientras esperaba el regreso se dedicaría a la lectura y a escribir alguna traducción de obras clásicas, esperando que le fuese concedida la libertad solicitada. No le llegaría hasta la firma de la paz, en el año 1814, regresando con Rafael del Riego y otros muchos cautivos españoles. Mientras duró su cautiverio, San Miguel había entrado en contacto con otros compañeros de ideas liberales, que además influidos por las nuevas corrientes de pensamiento se unían a través de su pertenencia a la Masonería.

Vuelto ya a España, San Miguel prosigue en su interrumpida carrera militar, sin que podamos intuir ventaja alguna de sus pasadas penalidades. En 1819 es nombrado Segundo Comandante del Ejército expedicionario que en Andalucía se preparaba con el fin de sofocar las rebeliones de Ultramar y reconquistar las colonias perdidas.

Participando de las inquietudes de su compañero Rafael del Riego, uno de sus primeros comandantes del pronunciamiento de Cabezas de San Juan habría de ser Evaristo San Miguel. Sin embargo una traición le pone en manos de los fernandinos, que primero le encierran en la cárcel del Pamar, en el Puerto de Santa María y le trasladan posteriormente al castillo de la isleta de San Sebastián, en Cádiz. Desde aquí no le fue difícil hallar quienes se aprestasen a permitirle la fuga, que logra y huye en dirección a la isla de León (hoy San Fernando-Cádiz). Siendo aquel pueblo un lugar proclive a las libertades constitucionales, la sublevación del 1 de enero de 1820 halla el apoyo preciso y por ello nada más llegar, tras un breve descanso, San Miguel ocupa el cargo de Segundo jefe de Estado Mayor del Ejército que manda el teniente coronel Rafael del Riego, al tiempo que Secretario de aquella Junta Revolucionaria. Coincidiendo con su libertad, San Miguel es promovido al grado de coronel con fecha 9 de enero.

Los pronunciados se sienten en la necesidad de disponer de un himno; San Miguel compondrá el texto de la partitura musical firmada por Salvador Gomis Colomer, aunque existen sospechas de que el autor de la partitura fue Reart y Copons. Es este un hombre de oscura memoria del que apenas conocemos que era mutilado, había perdido una pierna durante la guerra de la Independencia y residía en Madrid en 1857. Será el tan conocido título "Himno de Riego", sin embargo tan desconocido por la generalidad de los españoles, a pesar de ser un canto aglutinador de los intereses nacionales. Finalizado aquel movimiento, escribe los opúsculos titulados: "Memoria sucinta sobre lo acaecido en la Columna móvil de las tropas nacionales al mando del Comandante General de la misma División, D. Rafael del Riego, desde su salida de la ciudad de San Fernando el 27 de enero de 1820 hasta su total disolución en Bienvenida el 11 de marzo del mismo año". Esta publicación llevaba al final la letra del "Himno de Riego". Poco después, en colaboración con Fernando Miranda dieron a la luz la titulada: "Memoria sucinta de las operaciones del Ejército Nacional de San fernando desde su alzamiento en 1 de enero de 1820 hasta el establecimiento total de la Constitución política de la Monarquías".

Residiendo en Cádiz, se asocia con Antonio Alcalá Galiano y juntos publican la "Gaceta Patriótica del Ejército Nacional", en la que a lo largo de sus treinta números sus autores tratarán de inculcar los sentimientos más acordes a las necesidades de la nación. Sin embargo, por las necesidades de sus ocupaciones han de abandonar la empresa, quedando apagadas las luces con las que trataban de alumbrar al país. Acatada la Constitución por Fernando VII, San Miguel se traslada a Madrid como Comandante del batallón de Patriotas y jefe de la Comisión de Oficiales a las órdenes de la Junta Auxiliar del Ministerio de la Guerra.

Siendo San Miguel un hombre de vasta cultura, en los años sucesivos alternará su vida política con la intelectual. Así en abril de 1821 funda el periódico "El Espectador", desde donde difunde sus ideas liberales y donde colaboran Alcalá Galiano, el duque de Rivas, Pedro José Pidal y otros constitucionalistas.

La tan difícil convivencia con un rey como Fernando VII es la causa del levantamiento que realizaron cuatro batallones de la Guardia Real del palacio madrileño, que unidos a los dos batallones de El Pardo, logran durante unos días que aquellas "Jornadas de julio" sirvan de válvula de escape a las tensiones que emanaban de las continuas intrigas palaciegas a que tan dado era "el Deseado". El día 7 de julio los batallones fernandinos se dirigen a Madrid con claros signos de entrar por la fuerza en la capital. La tranquilidad vendrá de la mano de San Miguel que ofrece su espada al Ayuntamiento en defensa de la Constitución que ya quiere vulnerar Fernando VII. Puesto a la cabeza de la Milicia Nacional, que forman ahora en improvisado batallón con el nombre de "Batallón Sagrado" se opone a los revolucionarios reales. Tras la sangrienta jornada, por su decida actuación San Miguel es elevado al gobierno nacional, pasando a formar parte del equipo denominado de "los siete patriotas", que además se hallaban unidos por su pertenencia a la Masonería. San Miguel llega pues a la presidencia del Consejo de Ministros y al Ministerio de Estado (agosto 1822-24 abril 1823). Aquella posible solución a los problemas nacionales no era bien acogida por la Europa de entonces, razón por la cual se constituye aquel ejército europeo de los denominados "Cien mil hijos de San Luis".

San Miguel dialécticamente se opondrá el 7 de abril de 1823 a la presencia de los de nuevo invasores de la independencia española, al sentirse desoído, se incorpora en Cataluña a las columnas que preparaba el general Mina, en calidad de jefe del Estado mayor. El día 8 de octubre de 1823, en el combate de Tramaced (Huesca) cae gravemente herido y prisionero se recuperará en el hospital de sangre francés de Zaragoza, hasta que el 20 de diciembre es evacuado como prisionero nuevamente con destino a Francia, asignándole la villa de Agen, hasta que en mayo de 1824 es puesto en libertad, bajo palabra de honor de trasladarse al extranjero, por lo que pasa a domiciliarse en Londres, donde los liberales tienen muchos amigos y allí se dedica a escribir artículos en la prensa de los exilados, llegando a crear una imprenta en la localidad de Somerstown, donde dio a la luz una serie de escritos, como la publicación periódica "Ocios de españoles emigrados", y obras técnicas entre las que se encuentra "Elementos del arte de la guerra", (1826) en dos tomos, considerada obra técnico-militar de gran importancia.

Ya podría dedicarse a escribir sus memorias, sin embargo sus inquietudes políticas le llevan a participar en la junta creada por Torrijos con la finalidad de hacer posible un gobierno liberal. En vista del restablecimiento constitucional en Francia, allí se traslada con Mina, para hacer posible la llegada a España del liberalismo. Fallido el intento no regresará a España hasta la amnistía de 1834, tras la muerte de Fernando VII.

Nada más llegar a España funda el periódico "El Mensajero de las Cortes" en el que vuelve a defender la Constitución y analizar los sucesos de España desde la invasión francesa.

En 1835 solicita su reincorporación como Coronel y lo hace en el Ejército del Norte, donde lucha contra los carlistas durante la primera guerra civil, distinguiéndose en los combates del 16 de julio en Mendigorría, donde resulta herido y a consecuencia de lo que se le concede la Cruz de San Fernando. Más tarde participa en el combate de Arcos. Ascendido a Brigadier, en 1836 es nombrado Comandante general de la provincia de Huesca y posteriormente Capitán general interino de Aragón. "De la guerra civil en España", editado en 1836. No sería aquél su último destino, poco después es nombrado General en jefe de los Ejércitos del Centro, donde obtiene la victoriosa toma de Cantavieja (Zaragoza), y luego del Norte. Este mismo año y el siguiente fue Diputado a Cortes por la provincia de Oviedo, en el cuatrienio siguiente lo fue por Zaragoza, y de Madrid entre 1844 y 1850. En 1837 publica su obra "Las próximas Cortes", y el opúsculo titulado: "Constitución y Estatuto", el folleto "De los facciosos". En 1838, edita el ilustrativo folleto titulado: "Paz, orden y justicia" y el denominado: "Breves observaciones sobre los sucesos de agosto de 1836 y sus resultados". También ese año publica el titulado: "Las Cortes de 1838".

Defraudado ante la marcha que va teniendo la política en España, San Miguel se retira a residir en El Escorial, donde frecuenta los archivos y prepara los apuntes para en su residencia de Bilbao entre los años 1844 y febrero de 1845, escribir la titulada "Historia de Felipe II. Rey de España", vasta obra en cuatro tomos. En 1849, la titulada "La cuestión española: Nueva era". La Real Academia de la Historia, el 15 de octubre de 1852 le nombra académico de número, tomando posesión el 3 de abril siguiente, leyendo su discurso de ingreso: "Instituto de la Real Academia de la Historia, sus tareas y servicios que ha prestado". Ese mismo año es elegido su Presidente durante los meses de octubre a diciembre. En diciembre de 1855 volverá a ser elegido su presidente y ya no lo abandonará hasta su fallecimeinto. Seguira escribiendo arduamente entre 1851 y 1852, la titulada:"Vida de don Agustín Argüelles", en cuatro tomos.

Durante la revolución de 1854 fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva y puesto al frente de la junta revolucionaria de Madrid, convirtiendose en el supremo detentador del poder público. El pueblo le aclamaba bajo el epíteto de el "Angel de la Paz". Espartero, jefe del Gobierno le nombraría Capitán General del Ejército y Comandante General del Real Cuerpo de Alabarderos, además la reina Isabel II le concedió el título de duque de San Miguel, con Grandeza de España de primera clase. En las Cortes constituyentes de 1854 due elegido diputado por Asturias. En 1855 alternaba su diputación con el mando del Cuerpo de Alabarderos, destino este en el que se mantuvo ya hasta su fallecimiento el 29 de mayo de 1862, cuando tenia 77 años. San Miguel fue inhumado en el cementerio de la Patriarcal de Madrid.

San Miguel fue el fundador del Colegio General Militar y organizó el Cuerpo de Estado Mayor. Poseía las Grandes Cruces de Carlos III, San Fernando, San Hermenegildo. También perteneció a la Academia de Arqueología y Geografía.

HIMNO DE RIEGO


Coro
Soldados, la patria
nos llama a la lid,
juremos por ella
vencer o morir.


Solo
Serenos, alegres,
valientes, osados,
cantemos, soldados,
el himno a la lid.
Y a nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros mire
los hijos del Cid.

Coro
… … … … … … … …

Solo
Blandamos el hierro
que el tímido esclavo
del libre, del bravo,
la faz no osa ver.
Sus huestes cual humo
veréis disipadas,
y a nuestras espadas
fugaces correr.

Coro
… … … … … … … … …

Solo
ΏEl mundo vió nunca
más libre osadía?
ΏLució nunca un día
más grande en valor
que aquel que inflamados
nos vimos del fuego
que excitara en Riego
de patria el amor?

Coro
… … … … … … … …

Solo
Honor al caudillo
honor al primero
que el cívico acero
osó fulminar.
La patria afligida
oyó sus acentos
y vió sus tormentos
en gozo tornar.

Coro
… … … … … … … …

Solo
Su voz fue seguida,
su voz fue escuchada,
tuvimos en nada
soldados morir.
Y osados quisimos
romper la cadena
que de afrenta llena
del bravo el vivir.

Coro
… … … … … … … …

Solo
Mas ya la alarma tocan;
las armas tan sólo
el crimen, el dolo,
podrán abatir.
Que tiemblen, que tiemblen,
que tiemble el malvado
al ver al soldado
la lanza esgrimir.

Coro
… … … … … … … … …

Solo
La trompa guerrera
sus ecos al viento;
de horrores sediento
ya muge el cañón.
Ya Marte sañudo
la andana provoca
y el genio se invoca
de nuestra nación.

Coro
… … … … … … … … …

Solo
Se muestran: volemos,
volemos, soldados.
ΏLos veis aterrados
la frente bajar?
Volemos, que el libre
por siempre ha sabido
al siervo rendido
la frente humillar.

Coro
Soldados la patria