Enojado el emperador Napoleón con lo sucedido en Vitoria, cuyo desastre atribuyó a la impericia del rey José y de su mayor general el mariscal Sourdan, destituyó a ambos por decreto de 1º de julio, fechado en Dresde, y nombró en su lugar al mariscal Soult con el título de lugarteniente general. Así terminó el pobre monarca intruso, de un modo tan poco airoso, su efímero reinado en España.
Soult tomó el 12 de julio, en San Juan de Pie del Puerto, el mando de los ejércitos franceses, llamdos del Norte, Portugal, Mediodía y Centro, que refundió en uno sólo, denominándolo Ejército de España, dividido en tres cuerpos de tres divisiones acada uno, a las órdenes el de la Derecha del conde de Reille, el del Centro a las de Erlon, y el de la Izquierda a las de Clausel, con otro Cuerpo de Reserva, mandado por el general Villate, dos divisiones de caballería pesada, regidas por Tilly y Treilhard, y otra ligera confiada a su hermano político el general Soult. Expidió el nuevo caudillo el 23 de julio una jactanciosa proclama, y reunidas el día siguiente junto a San Juan de Pie del Puerto casi todas sus fuerzas, emprendió las operaciones para hacer levantar el bloqueo de Pamplona, acometiendo Soult con 33.000 hombres por el lado de Roncesvalles, al paso que el conde de Erlon lo hacía por la parte de Maya con otros 13.000.
Las estancias de los aliados eran las siguientes. La brigada británica Wing, con la división española de D. Pablo Morillo, en la derecha, cubriendo el Puerto de Roncesvalles, sostenidas dichas fuerzas por la 4ª división británica (Cole) situada en Viscarret. En el centro, que mandaba el general Hill, frente de la 2ª división británica, y la portuguesa del conde de Amarante, cuyas tropas se extendían por el valle del Baztan, con la división Camphell en los Alduides; la izquierda, constituida por las divisiones ligera y 7ª, se acantonaba en la altura de Santa Bárbara, villa de Vera y Puerto de Echalar, apoyadas unas y otras fuerzas por la 6ª división británica. La reserva, formada por la 3ª (Picton), se hallaba apostada por Olagüe. Mantenía además las comunicaciones de estas tropas con el 4º ejército español, situado en Guipúzcoa, la división de D. Francisco Longa.
Trabóse la refriega el 25 por la mañana, siendo aquella afortunada para los franceses, pues los aliados tuvieron que replegarse más a retaguardia, pasando a situarse los de la derecha en Lizozín y cercanías de Zubiri, y las del centro a Irurita. El regimiento de León, mandado por su teniente coronel Aguier, defendió largo rato y con brío la fábrica de municiones de Orbaiceta. El movimiento retrógrado de los aliados, empujado por Soult, continuó en los días siguientes 26 y 27, deteniéndose en sitio acomodado para cubrir la capital de Navarra, con cuyo objeto se estableció la derecha enfrente de Huarte y en los cerros que hacen cara al pueblo de Villaba, sostenida por el ejército español de Andalucía, a las órdenes del conde de La Bisbal, quien dejo sólo frente a Pamplona, sosteniendo el bloqueo, a D. Carlos de España con 2.000 hombres (Al saber la guarnición la aproximación de Soult hizo una salida con grandes demostraciones de júbilo atacando al general D. José Aymerich, cuyas fuerzas se desordenaron perdiendo algunos cañones; por fortuna acudió don Carlos de España y repelió a los franceses haciéndoles volver a encerrarse a la plaza.). Soult tomó posiciones en los montes que se extienden desde Ostiz a Zubiri, y acometió el mismo día a los nuestros; pero fueron inútiles sus tentativas para apoderarse de una eminencia de la derecha, defendida gallardamente, a presencia de lord Wellington, por el regimiento español de Pavía que mandaba su coronel D. Francisco Moreda, el del Príncipe, a las órdenes del teniente coronel D. Javier Llanas, uno portugués y otro británico: sólo consiguió ocupar a Sorauren, en el camino de Ostiz. El día 28 se renovó el combate, que se hizo general, y después de varias alternativas vióse el mariscal francés rechazado en todas partes, empezando a perder la esperanza de socorrer a Pamplona, por lo cual se apresuró a enviar cañones, heridos y casi todo el bagaje camino de Francia, en previsión de tener que retirarse.
Esquema de la batalla (25.304 bytes)
El caudillo imperial, desistiendo ya de su primitivo objeto al ver que las fuerzas que mandaba Hill se habían aproximado el 29 a donde estaba Wellington, dándose la mano con las anteriores por Lizaso y Marcalaín, discurrió aprovechar la ocasión para socorrer a San Sebastián, y trató de abrirse paso por el camino de Tolosa, abrazando y ciñendo la izquierda de los aliados; pero advirtiendo lord Wellington en la mañana del 30 dicha maniobra, comprendió al instante la intención del enemigo, y sin pérdida de tiempo determinó atacarlo, como lo efectuó resueltamente, con tal acierto y vigor, que Soult se vio obligado a abandonar sus estancias. El general británico acudió entonces en auxilio de su izquierda, donde el conde d'Erlon había conseguido alguna ventaja sobre Hill, el cual se había visto obligado a retroceder hasta colocarse en unos cerros cerca de Eguarás, y así, en retirada general los franceses, volvieron a situarse los aliados en la tarde del 1º de agosto en las mismas posiciones que ocupaban ocho días antes al empezar Soult sus operaciones.
Ambos caudillos maniobraron con singular maestría y destreza en esta serie de movimientos y combates, habiendo costado a los aliados 6.000 bajas y más de 8.000 a los franceses.