LOS ALCALDES DE MÓSTOLES Y PÉREZ VILLAMIL.

Por Linsy Oflodor.


Don Juan Pérez Villamil y Paredes: Jurisconsulto y escritor asturiano (escribía bajo el seudónimo de Juan Paredes), nacido en el lugar de Santa Marina (Puerto de Vega-Navia), el 1 de mayo de 1754. Casado con doña María de la Vega Ordóñez. En la Universidad ovetense realizó estudios de Leyes y Cánones, una vez obtenido el grado, se dirige a la Corte madrileña donde desempeñará diversas ocupaciones, hasta que en 1785 se incorpora a la administración como fiscal de la Real Audiencia de Palma de Mallorca. En 1798 es nombrado Regente de la Real Audiencia de Oviedo, aunque no llegaría a tomar posesión puesto que es designado miembro del Consejo Supremo de Guerra. De nuevo en Madrid, unos años después, el 9 de noviembre de 1804 es recibido como académico en la Real de Historia. La Real Academia de la Lengua le nombra académico honorario el 13 de noviembre de 1804; en noviembre de 1805 se le elige Censor y justo a los dos años, en 1807, es nombrado su presidente por un trienio. Adscrito al cuarto del infante Cardenal Luís de Borbón, despliega su mayor actividad como Fiscal togado del Consejo Supremo de Guerra, Auditor General y Secretario del Almirantazgo.

Estando descansando en su casa de Móstoles, el día en que celebraba su 54 cumpleaños, por la tarde, en un recorrido que hacía por los campos, sorprende a un emisario que portaba órdenes secretas para las autoridades de Andalucía y Extremadura, en las que se pedía no interceptasen los movimientos que los soldados franceses realizasen por aquellas tierras. Hondamente preocupado, consciente de la gravedad de lo que aquellos pliegos contenían, Villamil convoca a los vecinos de calidad y deciden salir en busca de más información. Ya no les da tiempo a mucho más, los franceses han iniciado los movimientos con los que pretenden subyugar al pueblo español. Al día siguiente, a media tarde, de la mano de su amigo Fernández de León le llegaron los ecos de la masacre que había ocurrido la mañana de aquel aciago día 2 de mayo. La Junta Nacional, le nombra vocal, en sustitución de Jovellanos, excarcelado pero aún no incorporado a la Península. Poco tiempo después, Villamil es deportado a Francia, de donde logra fugarse, logrando llegar a Cádiz. Nombrado en abril de 1812 Consejero de Estado, desempeña interinamente la Secretaría de Estado y Del Despacho Universal de Hacienda. A pesar de su modo de pensar, sustituyendo al conde de La Bisbal es nombrado miembro de la Tercera Regencia del reino, pasó a ser uno de los del famoso Quintillo. Fue un encarnizado enemigo del régimen constitucional, motivo por el que terminaron separándole del cargo, antes de que ésta quedase disuelta por disposición de las Cortes del 8 de marzo de 1814. Años después, al retorno de Fernando VII, Villamil fue uno de los que acudió a Valencia, presuroso a demostrar su afecto al Rey.

En unión de Pedro Gómez Labrador, redactó el 4 de mayo de 1814, el que hoy conocemos como el Manifiesto de los Persas, mediante el cual aquel Deseado abolía la Constitución gaditana y aplastaba a quienes habían posibilitado su retorno. Nuevos honores le hacen Académico de Bellas Artes; Miembro honorario y de Mérito de la Sociedad Económica Matritense y el 10 de noviembre de 1814, Académico de Número de la Real de la Lengua. Poco después Fernando VII le nombra Ministro de Hacienda; cuatro meses duraría su encargo, entre noviembre de 1814 y marzo de 1815. A partir de entonces se le conoció como el Curandero de la Hacienda. Postergado y en total anonimato, solamente fue enaltecido por la Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo, haciéndole su Director perpetuo. Cargo que ocupó desde 1816 a 1820. Después de la traición del monarca, obtenido el triunfo de Fernando VII, Villamil es rehabilitado en sus honores y nombrado Consejero Real, hasta que fallece en Madrid el 20 de febrero de 1824. Tenía setenta años. Estaba en posesión de la Orden de Carlos III y de la Flor de Lis de la Vendée. La Universidad de Oviedo al tenerle como uno de sus benefactores le dedicó unas solemnes exequias fúnebres y colocó una lápida recordatoria. El municipio de Móstoles, en 1868 le recordó con un homenaje y con la colocación de una placa en la que se le recordaba como iniciador de la guerra de la Independencia, cuyo texto es el siguiente:

 

2 de mayo de 1808

A don Juan Pérez Villamil

Iniciador de la guerra de la Independencia

A los alcaldes de esta villa

D. Andrés Torrejón

y

D. Simón Hernández

Que secundaron tan patriótico pensamiento.

Para perpetua memoria, la Junta revolucionaria de 1868.

 

De su creación literaria se conocen: Leyes de Toro (1776); Disertación sobre la excelsitud de la abogacía (1782), obra dedicada a Campomanes; Los Reyes de Asturias (1786); El Cronicón Mallorquín del gobierno al rey Roberto. Historia civil de la isla de Mallorca; Elogio del rey Carlos III, que esté en gloria..." (1789); Doctrina doctoris Antonii Gomezii... ad leges Tauri, escudeata, et in compendium redacta..." (1776). Tradujo De re rústica, de Columela, y hay varias obras inéditas.

Todos los indicios nos dicen que fue Villamil quien redactó el que se convertiría en importantísimo documento a través del cual se inició la salvación de España.

Según Muñoz Maldonado, en su obra "Historia política y militar de la Guerra de la Independencia de España contra Napoleón Bonaparte desde 1808 a 1814", tomo I, página 18, escrita en abril de 1833, simplemente decía:

                "La Patria esta en peligro. Madrid perece víctima de la perfidia francesa. Españoles acudir a salvarla. Mayo 2 de 1808. El Alcalde de Móstoles".  


El Alcalde de Mostoles, de Antonio Perez Rubio
El Alcalde de Móstoles, de Antonio Pérez Rubio

Diremos inicialmente que son dos son las versiones del texto de aquel oficio y de su autoría. Hasta que en 1908, coincidiendo con el primer centenario, aparece una copia del oficio (que comienza diciendo: "Señores de justicia de los pueblos a quienes se presentase este oficio de mí, el Alcalde de Móstoles: Es notorio... Simón Hernández"), el hallazgo ocurre entre los papeles que guardaba el Archivo de la parroquia de Cumbres de San Bartolomé, fronterizo pueblo entre Badajoz y Huelva, al pie de la Sierra del Aguila, e inmediato a la vieja ruta que llevaba a esta última ciudad. Hoy este histórico parte se encuentra en el Archivo municipal de Cumbres de San Bartolomé, custodiado con el número 27 del Inventario adicional.

El oficio contiene notas marginales que le dan mayor autenticidad y que dicen:

                "... A estas horas, que son las cuatro y cuarto de la tarde, se nos acaba de entregar un oficio del Sr. Alcalde Mayor de la villa de Fregenal que viene a toda diligencia, referente al que ha recibido del Sr. Alcalde Mayor de la villa de la Fuente del Maestro, que le dirigió el Sr. Alcalde Mayor interino de la ciudad de Mérida, al que un postillón que viene a toda diligencia se le ha comunicado otro de la villa de Móstoles, con fecha dos del corriente, que dice los siguiente: " Señores de la justicia de los pueblos..."

Se completa la autentificación con otra diligencia relativa al Teniente Corregidor de Talavera, acerca del modo de disponer los auxilios para los que se reúnan para ir en defensa de la Corte.

Posiblemente aquel día se redactaron dos oficios, uno destinado a los caminos, escueto para mayor entendimiento, y otro más puntilloso, con destino a dar comunicación en otros lugares, tal como ha sucedido con el hallado en Cumbres de San Bartolomé.

Según José María Queipo de Llano, conde de Toreno: "Solamente los incidentes que sirvieron de inmediato estímulo variaron a veces. Uno de éstos, notable e inesperado, influyó con particularidad en los levantamientos de Andalucía y Extremadura. Pero entonces residía casualmente en Móstoles, distantes tres leguas, D. Juan Pérez Villamil, secretario del Almirantazgo. Acaeció en la capital el suceso del 2 de Mayo, y personas que en lo recio de la pelea se habían escapado y refugiado en Móstoles contaron lo que allí pasaba con los abultados colores del miedo reciente. Sin tardanza incitó Villamil al Alcalde para que escribiendo al del cercano pueblo pudiese la noticia circular de uno en otro con rapidez. Así cundió creciendo de boca en boca, y en tanto grado exagerada, que cuando alcanzó a Talavera pintábase a Madrid ardiendo por todos sus puntos y confundido en muertes y destrozos. Expidiéronse por aquel administrador de correos avisos con la mayor diligencia, y en breve Sevilla y otras ciudades fueron sabedoras del infausto acontecimiento."

En Móstoles, el primero de enero de 1808 se habían nombrado por el sistema de votación, dos alcaldes; uno por el Estado Noble y otro por los Pecheros. No obstante en el caso particular de Móstoles, los dos alcaldes eran Pecheros, debido a que al menos en aquella convocatoria los Nobles no querían el nombramiento. Asi fue como don Andrés Torrejón por el Estado Noble (en calidad de Interino) y don Simón Hernández por el suyo, quedaron nombrado alcaldes.

Don Andrés Torrejón, había nacido en 1736, tenía pues unos 72 años, era labrador, de fuerte complexión, alto, huesudo, de arraigadas ideas religiosas, escaso de instrucción, pero con mucha experiencia y nobles fines. Estaba casado con doña Claudia Manrique y tenían dos hijos: Diego y Claudio. Su compañero en la alcaldía, don Simón Hernández, era también labrador y contaba unos 40 años de edad.

Vivía don Andrés en la calle de la Tahona, número 14. No muy lejos, en la calle de Navalcarnero, tiene su vivienda don Juan Pérez Villamil, en la que solía pasar largas temporadas. Curiosamente, la casa con su huerta y otras propiedades fue legada a su muerte a la Universidad de Oviedo, para crear una cátedra de "Vera religione". Parece ser que sobre las cinco de la tarde, don Juan se paseaba con varios amigos, aludiendo en su conversación al fragor que horas antes parecía proceder de la cercana Madrid. De pronto comienzan a aproximarse grupos de personas que con la cara desencajada relatan sucesos que horas antes tuvieron lugar en la capital. Entre los que se acercan esta su amigo don Estéban Fernández de León, antiguo Intendente del Ejército y Real Hacienda en Caracas y que años después seria uno de las cinco personalidades que formaron la Junta Central. Según su relato: "Había salido de Madrid sobre las once menos cuarto y cuando estaba muy próximo al puente de Toledo, se encontró expuesto al fuego de fusil y cañón que por allí se hacía, prosiguió hasta Alcorcón y de allí partió con su familia hacia Móstoles en compañía de don José de Ibarra, el cura don Manuel García y don Pedro Serrano con seis soldados. Algo más lejos, montado a caballo, con el rostro desencajado, llegaba al galope el joven sacerdote mostolense don Fausto Fraile que había sido testigo directo de la jornada madrileña"

Ante lo que cuentan los que llegan, visto el peligro que se cierne sobre el resto del País, el grupo se dirige a la casa habitación del Alcalde, con ánimo de comunicarle los hechos que están ocurriendo en la Corte madrileña. Buscan a Torrejón y le hacer abandonarlas labores del campo en que se ocupaba, decidiendo acudir a la Casa consistorial y convocar también al resto de la población en Asamblea para acordar lo que fuese oportuno. Tañen las campanas y el pueblo se va concentrando ante el edificio del municipio. Todos querían ir en apoyo de los madrileños, sin embargo Pérez Villamil parece ser que tras valorar la situación, aconseja se dé urgente aviso a otros pueblos, para asi todos unidos poder ejercer una mayor y más serena oposición a los invasores. Aceptada la propuesta, el escribano don Manuel del Valle Espino comienza a escribir mientras le dicta Pérez Villamil:

                 "Señores Justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mi el Alcalde de Móstoles:

Es notorio que los Franceses apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las tropas españolas; de manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre; como Españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra unos pérfidos que so color de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la Augusta persona del Rey; procedamos ç, pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los Españoles lo son. Dios guarde a V.S. muchos años. Móstoles dos de Mayo de mil ochocientos y ocho. Andrés Torrejón. Simón Hernández".

Aprovechando la presencia del postillón andaluz, Pedro Serrano, y tras haberse brindado a ello, le son entregadas copias para que en su vuelta a casa, las distribuya en Extremadura y Andalucía. A las siete de la tarde sale con varias copias por el Camino Real de Extremadura, según nos dejó dicho el propio don Estéban Fernández de León. En Navalcarnero entrega copia y prosigue hasta alcanzar Talavera de la Reina en las últimas horas de la noche.

Es aquí en Talavera de la Reina donde en su Archivo Municipal, el historiador Rumeu de Armas, en 1940, localiza un nuevo documento en torno a este discutido tema, con el cual quedará esclarecido el dilema sostenido. Es un oficio enviado desde Móstoles a Talavera, con fecha 13 de octubre de 1808, cuyo texto es el siguiente:

                "Señor Corregidor. Muy Sr mio y de toda mi veneración. En consecuencia de haber remitido el día dos de mayo prssimo pdo. Del ctte. Año un oficio firmado por los Sres. Alcaldes Andres Torrejon y Simon Hernandez, que conducio (sic) don Pedro Serrano en posta dando noticia de lo que ocurria con el ejercito frances en el citado dia dos en la villa y corte de madrid para que se proporcionase socorrer aquel publico, con otras cosas, de cuyo oficio por la celeridad y su pronto despacho no saqué copia para dejar en este oficio de Ayuntamiento de mi cargo para lo que ocurriese; y en este estado y siendo urgente y preciso el contenido del citado oficio, y tener noticia haberse quedado copia en el oficio de esa ciudad de Talavera y que aun se le aumentó algo más a el comisionado de orden de los mismos señores alcaldes. Suplico a V.S. me dsirva tener a bien remitir por mi mano copia de el referido oficio remitido por Sus Mdes.con el aumento que V.S. se sirviese poner para custodiarlo en el oficio del Ayuntamiento de mi cargo para los fines que pueden ocurrir como al presente que se pide razón de el. Y no dudan S.Mdes. y yo en su nombre que a la mayor y posible brevedad nos haga el favor de remitir la copia autorizada de que viviremos reconocidos quedando obligados a el tanto siempre que las suyas veamos ellas mediante. Sios gde. V. Muchos años. Mostoles 13 de octubre de 1808. B. L. M. De V. Su M. A.tto. ss. Manuel del Valle Espino"

El profesor Rumeu de Armas con su aportación nos aclara definitivamente quienes fueron los firmantes del oficio que circuló entre Móstoles y los lugares inmediatos a los que pretendieron alertar en aquellos difíciles días, y como muy bien dice Montero Alonso, el oficio que corrió la nueva iba firmado por "los Alcaldes de Móstoles".

Con esta aportación queda suficientemente aclarado que:

  1. El oficio fue firmado por sus dos Alcaldes. Andrés Torrejón y Simón Hernández.
  2. El redactor del documento fue Pérez Villamil.
  3. El bando que tradicionalmente se divulgó, es una síntesis clara del que fue enviado a surtir efectos en otras localidades. Quedando el escueto, claro y conciso para aviso en los caminos y lugares de reunión, alertando de inmediato con el fácil texto de sus tres mensajes:
  4. La Patria está en peligro
    Madrid perece víctima de la perfidia francesa.
    Españoles acudid a salvarla. Móstoles 2 de mayo de 1808.